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El águila real de mármol negro llega a Fermoselle

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La mejestuosa águila real de mármol negro que lucirá al viento en el centro de la renovada plaza de El Punto, de Fermoselle, llega esta mañana a la villa después de una larga odisea por el océano Índico, canal de Suez y mar Mediterráneo, y tras cruzar por tierra la península desde el puerto de Valencia.



La primera visión de la gran rapaz provocó exclamaciones. «¡Qué cosa más bonita! La lengua, los ojos? ¡Le han puesto una cara muy elegante! ¡Es una maravilla! ¡Es un buen trabajo!» expresaban ayer quienes contemplaban su poderosa estampa en las fotografías remitidas por la empresa china que esculpió el ave.


Esperaban ver ayer de frente su verdadera figura, pero la llegada se ha retrasado un día por las supervisiones y enredos portuarios.


El águila real tiene 1,60 metros de altura y una envergadura de ala a ala de 2,20 metros. Corona un pedestal de mármol de medio metro situado en la parte superior de un fuste de granito de tres metros, que irá asentado sobre una base de mármol de aproximadamente un metro. Para su perfecto anclaje, el fuste cuenta un saliente y un entrante, denominados en el argot técnico macho y hembra. El conjunto pesa 6.500 kilos, al decir de Jesús Merino, director técnico de la empresa madrileña Progarden, encargado de la escultura.


Es la obra de despedida del alcalde popular, Manuel Luelmo Díez, que deja la política activa tras diecinueve años presidiendo la Alcaldía de Fermoselle. Es el colofón de un empeño municipal por convertir a la villa en el epicentro del turismo del Parque Natural Arribes del Duero.


Fue tallada a mano en China por un especialista de la empresa «Habei Fine Art Co.» dedicada a trabajos decorativos (estatuas, pabellones, esculturas...) , que realizó el encargo en un tiempo récord por exigencias del guión, pues acaba estos días el mandato y alcalde y águila constituyen uña y carne.


El boceto realizado por Pilar López, de Madrid, «con las indicaciones» del alcalde de Fermoselle. La pintora del esbozo señala que realizaron diversas propuestas, entre otras un caballo, pero Luelmo optó por el águila «porque es un ave que pega con Arribes del Duero».


Puestos en contacto con la empresa China, ésta pidió un plazo de 75 días para culminar la obra, pero al final se avino a tenerla lista en solo un mes. El responsable Zhong Lijun se aplicó en cuerpo y alma, y respondió a la palabra con los hechos. «Cumplió todos los plazos, actuó de forma honrada y con formalidad. Se hizo de fiar porque informaban de todo, incluso del trámite del papeleo» apunta López. Llamó la atención que siempre respondían al instante cuando se les mandaba un correo electrónico, «aunque fuera a media noche». El ordenador de Jesús Merino da fe de que llevaban la obra con un cumplimiento estricto. «¡Y eso que les pilló el Año Chino!» una efemérides que los chinos celebran con una pasión y una emoción incontenida.


También se elogia el hecho de esculpir la pieza en una sola pieza, lo que exige el lidiar con un gran bloque de mármol. Hay quien estila tallar una obra en piezas separadas para así ahorrarse material y aprovechar la pieza de mármol para otras tallas.


Eso sí, la empresa china exigió el pago por adelantado «del 30%», y el resto cuando tuvieron la obra rematada y todo listo para embarcarla. «Entonces soltaron el águila». «Los chinos se harán con el mundo» expresa Pilar López, sorprendida del modo de trabajar. Además, ponen de manifiesto que el trabajo ha costado «una cuarta parte de lo que hubiera costado de encargarlo, por patriotismo, a una empresa española, que seguramente también lo hubiera reclamado a China».


Con todo en orden, la rapaz y el resto de las piezas fueron anidadas en un contenedor y el 17 de marzo salió rumbo a España desde el puerto chino. Lo hizo en el «Brasilia», un carguero de contenedores, privado, de bandera liberiana, que portaba un total de 1.500 contenedores, que suelen pesar 35 o 46 toneladas por unidad.


Durante 35 días surcó los mares, bordeando el sur asiático para luego adentrarse en el Mediterráneo por el canal de Suez. Un viaje que costó 1.200 euros.


Todo estaba listo para recibir ayer el ave imperial. Incluso el encargado de una grúa para manejar las obra con todas las garantías. Pero así como en China marcharon las cosas a pedir de boca, nada más llegar a Valencia «comenzaron los retrasos». Al ser la primera importación de China de la empresa Progarden, radicada en Aranjuez, el contenedor fue revisado y sometido al ojo del escáner. Y tocó cuando tocó en un puerto de gran movimiento de contenedores. Para ponerla de nuevo en vuelo fue necesario satisfacer las pólizas, seguros de transportes y otras facturaciones.


Pero ayer Jesús Merino y Pilar López aplacaron el gusanillo de unos y de otros mostrando las imágenes de la gran rapaz de Arribes del Duero. Foto a foto aparecía cómo la figura iba surgiendo hasta ganar su prestancia y su brillo, y dar la imagen de estar viva.


En la plaza de El Punto también los vecinos andaban expectantes, deseosos de ver la fuente el águila otorgando estética al lugar. La adecuación de la plaza ha costado 126.000 euros, de los que 39.000 corresponden a la escultura, el alumbrado y debida puesta a punto.


La extraordinaria ave será instalada hoy, «salvo que el camión en el que ayer ya estaba acoplada tenga algún percance en carretera». «¡Quedará preciosa!» expresa el alcalde Manuel Luelmo, que define esta aportación como «mi última obra» al frente del Ayuntamiento.
Foto Miguel Rodríguez Gómez
J. A. GARCÍA
www.laopiniondezamora.es

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