No sabemos a ciencia cierta cuáles son nuestras capacidades
La sabiduría de Goethe nos prepara para vivir una vida más plena. Transcribiré y comentaré algunas de sus reflexiones de su obra Arte y antigüedad:
"Para que el hombre pueda cumplir con todo lo que se le exige, deberá tenerse en más de lo que es". (Goethe)
No se trata de un desplante vanidoso o irreal de nuestra parte, ni de un optimismo absurdo. Si ya estamos inmersos en determinadas circunstancias - por ejemplo - como padre o madre o ejerciendo un oficio o una profesión, resulta claro que esas circunstancias nos imponen determinadas obligaciones. O si aspiramos a conquistar algunos objetivos determinados, es lógico que necesitemos hacer determinados esfuerzos.
La realidad es que no sabemos a ciencia cierta cuáles son nuestras capacidades y no sabemos si verdaderamente podremos alcanzar nuestras metas; y no lo sabemos, por el simple hecho de que la vida no nos ha puesto a prueba. La genial aportación de Goethe consiste en que cuando la vida esté por someternos a una prueba, o ya estemos en las circunstancias que nos exigen lo mejor de nosotros mismos, tenemos dos opciones: primera, actuar con el buen o mal concepto de nosotros, o, segundo, creer que tenemos mayores aptitudes y fuerza que la que hemos venido creyendo.
En la primera opción es absolutamente seguro que acometamos las empresas requeridas de acuerdo con una buena opinión de nosotros (pero limitada), o lo que sería peor, con una pobre opinión de nuestras capacidades. En cambio, si nos tenemos en más de lo que somos (que nunca sabremos realmente el poder de nuestras fuerzas), se disparará en nosotros un firme entusiasmo, un sentimiento de fuerza, y motivaciones que nos impulsarán a mayores alturas. Todo esto ha quedado comprobado con mediciones científicas de neurobiólogos y psicólogos de la conducta humana.
"El trabajo hace al aprendiz". (Goethe)
Una de las características de los últimos 30 años de las sociedades del continente Americano ha consistido en que nuestra sociedad de consumo se ha inclinado a lo "light", a lo liviano, ligero, rápido, fácil y sin esfuerzo.
En la Grecia antigua de Homero, Platón, Pericles, así como en la Roma antigua, se le otorgaba un inmenso valor al trabajo bien hecho, al esfuerzo, la disciplina y al lento aprendizaje forjado en el fuego y yunque de la perseverancia y la paciencia.
Decía el gigante psicólogo Nietzsche que si queremos obtener resultados eficaces, es absolutamente necesario tener "una robusta conciencia de artesano". Esa robusta conciencia era el resultado de un aprendizaje esforzado como el artesano del siglo XIX en que Nietzsche vivió. El artesano laboraba con sencillez, pero con una enorme conciencia de la dignidad de su trabajo.
Hoy en día buscamos los cursos de 24 horas para ser felices, la visita a diez países en un "tour" de 14 días y el logro de una figura física perfecta con sólo 5 minutos de ejercicio diario. Un rasgo que distingue a las sociedades de hoy es la aversión al esfuerzo, el desprecio a la espera de un éxito profesional construido con disciplina y el horror a un lento aprendizaje. ¿Para qué leer las grandes obras de la literatura universal si la Internet nos puede proporcionar un resumen en cinco páginas?
No podremos aprender nada importante y útil si no es con base en un trabajo constante, sostenido por mucho tiempo y forjado en la idea de que lo valioso cuesta tiempo y disciplina.
"Lo importante en el mundo no es conocer a los hombres, sino ser, en el momento adecuado, más hábil que aquel a quien tengamos delante. Todas las ferias y sus pregoneros dan testimonio de ello". (Goethe)
Las ferias y los pregoneros a que se refiere Goethe, son muy semejantes a las que existen hoy en día en todos los países del mundo. En esas ferias, los pregoneros nos ofrecen sus productos como los mejores. Son los pregoneros (y también nuestros merolicos) tan hábiles, que muchos de nosotros nos dejamos engañar de las bondades de sus ofertas: desde brazaletes, ropa, hasta amuletos y brebajes para todo tipo de enfermedades.
Podemos ser buenos conocedores de la psicología de las personas, pero para Goethe esto de nada nos sirve en el terreno práctico, si no utilizamos esos conocimientos en el "preciso momento" en que estemos frente a una persona, y más si estamos en una determinada negociación. Si no somos más hábiles que la persona que tenemos delante, ella sí lo será y aún con todo el conocimiento que tengamos, seremos convencidos mostrando tal candidez e inocencia, como cuando somos engañados en la ferias por sus pregoneros.
Goethe, independientemente de haber sido el hombre más ilustrado de su tiempo, siempre nos aconsejó que utilicemos nuestras capacidades para una eficaz vida práctica.
Por: JACINTO FAYA VIESCA
www.elsiglodetorreon.com.mx/
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