Un paraíso marino poco explorado espera a los turistas en Montevideo

Bañada por el océano Atlántico, Cabo Polonio atrae cada año a viajeros de todo el mundo dispuestos a descubrir un paraíso natural sumergido entre las dunas, en las antípodas de Montevideo.

Para llegar a este recóndito destino turístico ubicado en el Departamento de Rocha, a 260 kilómetros al este de la capital uruguaya, es necesario sortear la extensa barrera de médanos y boscaje que lo rodean y que confieren al trayecto un toque de misterio y aventura.

Hasta hace unos años, la única forma de cruzar las dunas era caminar durante horas por la arena o contratar los servicios de carros de caballos que recogían a los viajeros a las puertas de este parque natural. Hoy pocos vecinos del poblado ofrecen ese servicio, por lo que lo habitual es llegar al "Cabo", como lo denominan lugareños y asiduos, en alguno de los camiones todoterreno que entran y salen regularmente del balneario.

La sucesión de baches, curvas y hondonadas y el azote del viento y de la arena amenizan el trayecto, de unos veinte minutos, hasta el núcleo del poblado, concentrado en la punta que se abre paso en el océano.

Los puestos de artesanía y los bares improvisados en
casetas de madera dan la bienvenida al viajero.

Visitan cabo polonio durante la temporada de verano
Los viajeros que desean prolongar su estancia en Cabo Polonio más de un día puede optar por alguno de los variopintos hostales del lugar.

Uno de ellos es "Suites alquímicas", del montevideano Leonardo Segalerba, que también regenta el restaurante "La golosa", donde los comensales son "engullidos" al cruzar la puerta que emula una boca gigante y rosada.

La propiedad de la tierra es uno de los asuntos que más polémica ha generado en la historia de este ecosistema, cuyas tierras pertenecieron desde que se tiene constancia y hasta la década de los cuarenta a Juan Carlos Pertuzo.

Fue entonces cuando el Estado comenzó un arduo proceso de expropiación, que no impidió que la gente se instalara progresivamente en el balneario, indicó Pedro Quartino, director de Turismo de la Intendencia (ayuntamiento) de Rocha. "El Estado no hizo valer su potestad y dejó que la gente edificara e hiciera lo que quisiera", opinó Quartino.

Hoy, en esos terrenos construyeron sus "ranchos" (las casas típicas del lugar, con paredes de madera y tejados de paja) la mayoría de los habitantes permanentes del Cabo, unas ochenta personas que no pagan ningún canon por el uso del suelo.

La reciente integración de Cabo Polonio en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Uruguay, formalizada el pasado septiembre de 2009, abre nuevas incógnitas sobre el manejo de la zona y el futuro de sus habitantes. Por el momento, residentes y autoridades acordaron no dotar de energía eléctrica el lugar, a fin de mantener lo agreste de la zona.

Iluminación
El faro, con un alcance de 21,8 millas náuticas, es la principal fuente de iluminación artificial del Cabo, que a causa de la rotación de su destello queda sin energía eléctrica cada 12 segundos, intervalo de tiempo que inspiró al cantante uruguayo Jorge Drexler para titular su disco "Doce segundos de oscuridad".

Erigido en 1881, el faro puso fin a la sucesión de hundimientos en esta costa, temida por marineros y piratas de todas las latitudes y bautizada, según la leyenda, en memoria del galeón español "Polonio", que naufragó en sus aguas a mediados del siglo XVIII.

Lejos quedan esos episodios de naufragios y problemas en el mar para quienes hoy disfrutan de sus playas infinitas, en su mayoría uruguayos que cambian el glamour de la ciudad balneario de Punta del Este por el aire agreste y desaliñado de Cabo Polonio, donde las gallinas campan a sus anchas, los sapos ofrecen recitales las noches de lluvia y las velas iluminan las noches.

Rocha / Uruguay.