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La norma moral en la empresa

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LA ética empresarial se ocupa de los aspectos normativos de orden moral relacionados con la gestión empresarial, es decir, de la conformidad o disconformidad del comportamiento empresarial con una norma ética o moral: lo que se "hace" frente a lo que se "debe hacer".


No obstante, el término es confuso y, en sentido estricto, una útil prosopopeya. El enjuiciamiento moral de la conducta de las instituciones y las organizaciones es cuestionable, puesto que sólo las personas pueden ser sujetos morales, y de manera especial cuando se conducen en el ejercicio de su libertad. Por eso la moralidad del comportamiento humano es graduable, dependiendo de la libertad de que se goza al elegir una conducta o de la mayor o menor irresistibilidad de las fuerzas que condicionan dicha opción. Con este matiz, entendiendo que sólo es evaluable moralmente el comportamiento de las personas que toman las decisiones en las empresas, puede admitirse por analogía la existencia de una "ética empresarial".

Un comportamiento se estima ético si es conforme con una norma. La acertada determinación de esa norma a la que referir la consideración moral de las conductas empresariales es de vital importancia, porque la moral no se reduce al mero cumplimiento de normas deontológicas o de códigos éticos de gestión, sean coercitivos o voluntarios. La auténtica moral no puede ser ni legalista, ni convencional, ni mudable, ni subjetiva, ni relativista, ni circunstancial, ni cultural, ni "consecuencialista", ni puramente racionalista… Ha de ser, en cambio perdurable, inalterable y universal, conforme a la ley natural en la que prima sobre todo la dignidad del hombre.

Esta moralidad es sólo alcanzable mediante el ejercicio de las virtudes morales, que no se seleccionan con criterios electorales ni mediante prácticos consensos, y que no resultan de una voluntad antojadiza ni oportunista. La norma moral no la puede establecer el sujeto arbitrariamente en una decisión circunstancial, elogiable sólo desde una viciada concepción del pluralismo relativista. Se trata en cambio de la realización de virtudes inmutables que entroncan con la dimensión trascendente de nuestra existencia y, por ello, próximas a las revelaciones de la fe. Una moral de verdad sólo puede construirse sobre la Verdad.

En el terreno empresarial la moralidad de la gestión requiere un análisis de los fines de la entidad y de los medios con los que la dirección del negocio pretende conseguirlos: los objetivos de la empresa y sus políticas. De ello nos ocuparemos en próximas fechas.

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