Son definidas como un miedo excesivo, donde la persona es totalmente incapaz de enfrentarse a una situación, un objeto, un lugar, un animal, incluso a otra persona.Existe un diccionario donde se definen más de 300 clases. Algunas pueden parecer absurdas pero no lo son para quienes las padecen.
El miedo es parte del inconsciente y un mecanismo de protección bastante efectivo. La mayoría de las personas logran controlarlo. Sin embargo el problema de alguien considerado fóbico es que la emoción misma será la que lleve la voz cantante. Por evasión o por ansiedad desmesurada, quien lo padece presenta reacciones que pueden parecer excesivas. Rubor facial, sudoración, palpitaciones, tensión muscular, boca seca, cambios de conducta...
Aún cuando la persona reconozca que su miedo es exagerado, no puede controlarlo y a veces ni siquiera sabe cómo y cuándo se originó.
En algunos casos es tan intenso que llega a interferir negativamente en diferentes eventos de la vida. Se menciona que el miedo no es al objeto o a la situación en sí mismos sino a las consecuencias, a veces infundadas, a veces reales.
“Es sentir miedo a sentir miedo”, y los pensamientos que magnifican el hecho serán más dañinos que enfrentarse en realidad a lo que se teme.
Algunos miedos son sólo reflejo de otros conflictos sin resolver. O la respuesta a un hecho traumático directamente relacionado con la fobia actual pero que no fue resuelto a través de una razonamiento positivo, generalmente durante la infancia.Resolverlas no es un trabajo sencillo, pero existen técnicas efectivas y expertos que ayudan a la persona a enfrentarse a su miedo. Pero como cualquier problema de salud mental, lo primero será reconocer y aceptar que se padece y así se habrá recorrido la mitad del camino.
Asesorado por un profesional, primero hay que identificar las causas, al tiempo que se aprenden técnicas de relajación mental; después llevar a cabo una exposición gradual con pensamientos positivos con respecto al objeto o situación de nuestro pesar, hasta lograr el control. No debemos olvidar que la única manera de vencer al miedo es enfrentándose a él.
El miedo es parte del inconsciente y un mecanismo de protección bastante efectivo. La mayoría de las personas logran controlarlo. Sin embargo el problema de alguien considerado fóbico es que la emoción misma será la que lleve la voz cantante. Por evasión o por ansiedad desmesurada, quien lo padece presenta reacciones que pueden parecer excesivas. Rubor facial, sudoración, palpitaciones, tensión muscular, boca seca, cambios de conducta...
Aún cuando la persona reconozca que su miedo es exagerado, no puede controlarlo y a veces ni siquiera sabe cómo y cuándo se originó.
En algunos casos es tan intenso que llega a interferir negativamente en diferentes eventos de la vida. Se menciona que el miedo no es al objeto o a la situación en sí mismos sino a las consecuencias, a veces infundadas, a veces reales.
“Es sentir miedo a sentir miedo”, y los pensamientos que magnifican el hecho serán más dañinos que enfrentarse en realidad a lo que se teme.
Algunos miedos son sólo reflejo de otros conflictos sin resolver. O la respuesta a un hecho traumático directamente relacionado con la fobia actual pero que no fue resuelto a través de una razonamiento positivo, generalmente durante la infancia.Resolverlas no es un trabajo sencillo, pero existen técnicas efectivas y expertos que ayudan a la persona a enfrentarse a su miedo. Pero como cualquier problema de salud mental, lo primero será reconocer y aceptar que se padece y así se habrá recorrido la mitad del camino.
Asesorado por un profesional, primero hay que identificar las causas, al tiempo que se aprenden técnicas de relajación mental; después llevar a cabo una exposición gradual con pensamientos positivos con respecto al objeto o situación de nuestro pesar, hasta lograr el control. No debemos olvidar que la única manera de vencer al miedo es enfrentándose a él.
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