El escultor peruano Martín Salazar muestra estos días en Pekín "Randonnées aux mythes sublimes" (Peregrinación por mitos sublimes), una exposición que según el artista trata de "un cruce de culturas entre Perú, China y Francia".
Doce años después de presentar en la capital china "Historias de Amor Chino", Salazar vuelve a deleitar al público en esta ciudad con una serie de evocadoras esculturas talladas en madera de alcanfor, en la galería de "Xin Dong Cheng", situada en el 798, un conocido distrito artístico.
"La temática siempre es una mezcla de historias, de vivencias de diferentes partes del mundo. Escenas que yo he visto en la calle o de obras que me han tocado", cuenta a Efe el escultor, que vive a caballo entre Pekín y París.
Y así, Salazar, nacido en Lima en 1964, presenta "Ève, où es-tu? (Eva ¿dónde estás?), una escultura de fuertes colores naranjas, amarillos y verdes. Se trata de "un tema religioso o un mito con el que hago -dice- una metáfora de la vida cotidiana", a través de los personajes de "Adán y Eva".
"Minotaure" (Minotauro), "Métro" (Metro), "Chère soeur" (Querida hermana), "Jingshun Road 22:30" y "Vierge à la cocotte" (Virgen a la olla) son el resto de las obras que componen la exposición y en las que el autor lleva trabajando seis años.
Sin embargo, dice que "el tiempo es cierto y es falso, ya que son parte de un trabajo que comenzó hace 20 años. Porque siempre hay pequeños pasos que se dan hasta lo que haces actualmente".
Y así, por ejemplo, Salazar utiliza en "Minotaure" elementos latinoamericanos en el tratamiento de la madera y de los colores; con "Jingshun Road 22:30" usa la madera, roja y gris, de las casas demolidas en Pekín, y en "Metro" una mujer de la dinastía Tang se entremezcla a través de una diapositiva con los pasajeros en un vagón parisino.
El escultor, que esta vez ha elegido las grandes dimensiones y la madera para expresarse, afirma que "como artista es necesario volver a la esencia, sin necesidad de llamar a una fábrica para que te ayuden a realizar tu trabajo".
Porque -continúa- poco a poco las cosas en el arte contemporáneo se vuelven más frías, hechas en fábricas, y el artista pierde el control de la obra.
Del arte en China, país en el que vivió desde 1993 hasta 1998 y donde reside durante ciertos meses al año, dice que "hay cosas muy buenas, pero otras malísimas. Aquí los artistas osan, a pesar de ser un país donde no hay libertad", y subraya que en el gigante asiático "la gente en el arte habla mucho de dinero. Se trata de un mercado de especulación".
En Perú, su país natal, "hay buenos artistas, pero lamento el hecho de que no haya un política cultural del Estado, cuando éste deje de pensar que Machu Picchu es el arte peruano la situación cambiará. Si mi obra ayuda a que se abran un poco las puertas, mejor todavía", sentencia.
Entre sus obras se encuentran "Conjunto de Ocho Relieves Escultóricos" (bronce) de la Iglesia San José el Justo (Lima), "Placa de Alto Relieve", de la sede ALADI, Montevideo (Uruguay), y la "Imagen de la Virgen Inmaculada" (Callao, Perú).
La exposición, cuya inauguración el pasado sábado fue todo un éxito, esta abierta al público hasta el próximo 13 de junio.
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