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Lanzarote: geología en estado puro

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La naturaleza se ha mostrado caprichosa con Lanzarote y ha configurado, tras las erupciones volcánicas, un paisaje fantasmagórico, casi irreal, en tierra firme y las formaciones más singulares en el subsuelo
Es la canaria tierra de gran actividad volcánica pero, si hay una isla que se caracterice por el paisaje, las cuevas, incluso las costumbres producidas como consecuencia de la existencia de la vida en ebullición en sus entrañas, ésa es Lanzarote. Es geología en estado puro; paisaje lunar en tierra firme y maravillosas formaciones submarinas; tierra sedienta y oasis de palmeras; aguas transparentes; playas de arena dorada y agrestes acantilados.


La naturaleza ha diseñado caprichosamente cada rincón de Lanzarote y ha hecho de la isla uno de los lugares más extraños y bellos del mundo; por su parte, sus habitantes, conviven con esta tierra con tal respeto que han llegado a fundirse con ella, han logrado una simbiosis –incluso la creación artística, como demostró sobradamente Manrique– que contribuyó en buena medida a que, en 1993, la Unesco declarara la isla como Reserva de la Biosfera.
Entre 1730 y 1736 –y después en el año 1824– la tierra ardió en Lanzarote, arrojó fuego y humo de sus entrañas y escupió enormes ríos de ardiente lava. Este largo proceso eruptivo, uno de los más relevantes de la Tierra, sepultó bajo la ceniza y la lava una cuarta parte de la isla, cuyo aspecto es, desde entonces, algo fantasmagórico, casi irreal, como surgido de una película de ciencia ficción.

La ruta de los volcanes
Una zona de la enorme área afectada por las erupciones del siglo XVIII la ocupa el Parque Nacional de Timanfaya, también conocido como Las Montañas de Fuego, que tiene un tramo de unos 14 kilómetros acondicionado para que el viajero pueda visitarlo: se llama Ruta de los volcanes, y el visitante comprueba por sí mismo las «anomalías geotérmicas» que se producen en Timanfaya –temperaturas inusuales en la superficie que provienen del subsuelo–.
No renuncie al paseo a lomos de un camello sobre el volcán; merece la pena la experiencia, que representa una de las imágenes más clásicas de Lanzarote. Además, conjuga el exotismo del transporte con el espectacular entorno.


Las huellas de las erupciones no limitan su presencia a tierra firme; en el interior del túnel volcánico producido por la erupción del volcán Corona se localizan dos de los mayores atractivos de Lanzarote: los Jameos del Agua y la Cueva de los Verdes.
Los Jameos del Agua están en la sección del tunel más cercana a la costa y deben su nombre a su lago interior, una singular formación geológica originada por filtración, pues se localiza bajo el nivel del mar. Es el primer Centro de Arte, Cultura y Turismo que creó César Manrique con la intención de reflejar la armonía entre la naturaleza y el arte.


Aunque, quizá, la visita a la Cueva de los Verdes resulte más impresionante; hay quien dice que es un auténtico viaje iniciático. El túnel que formó el volcán de la Corona es uno de los más extensos del planeta; se conocen más de seis kilómetros que se prolongan desde el cráter del volcán hasta el Túnel de la Atlántida, un tramo submarino de un kilómetro y medio. El espacio interior apenas ha sido intervenido. Una visita espectacular.


Además de los atractivos que se desprenden de su singular orografía, Lanzarote cuenta con una baza fundamental para cualquier destino turístico, su clima, de temperaturas suaves todo el año. Gracias a él, además, es posible disfrutar siempre de sus playas y de las aguas atlánticas que las bañan.


Son muchas y muy diferentes las playas lanzaroteñas. Las hay típicamente turísticas, rodeadas de comercios, bares y demás chiringuitos, como la del Puerto del Carmen pero también es posible disfrutar de otras, como la de Papagayo, al sur, de fina arena blanca y mucho más tranquila, pues su acceso es más complicado. La playa de Famara es otra de las maravillas de la isla. Seis kilómetros de arena dorada y mar bravo y flanqueada por el espectacular risco del mismo nombre, es una zona privilegiada para la práctica de deporte como el surf, el kitesurf o el ala delta. Está situada en Parque Natural y, debido a las fuertes corrientes, puede resultar peligrosa.


La isla merece ser recorrida palmo a palmo; desde la costa al interior, desde Timanfaya a Los Verdes. Una vez lo haya hecho, aproveche todas las oportunidades para practicar los deportes acuáticos o salga de los recorridos más tradicionales practicando senderismo.

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