Comienza caída de dictadores

No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista dice la sabiduría popular para expresar que todo es perecedero y con limitaciones en el tiempo. Solamente los valores espirituales y morales perduran de generación en generación y se mantienen pese a contratiempos, a amenazas y burlas.

Los déspotas que han impuesto a sus pueblos sistemas de gobierno duros, abusivos y sanguinarios en el medio oriente y en Africa, han comenzado a desmoronarse por la fuerza de los pueblos que buscan prosperidad, libertad, respeto a sus derechos y a sus aspiraciones, que se han cansado de tanto atropello y de ver que su riqueza va a las cuentas de los dictadores en lugar de servir para el desarrollo de todos los compatriotas.


El sanguinario déspota de Libia ha declarado, con enorme desparpajo, que él no abandonará su país, que es el único predestinado para gobernar al pueblo libio; ha adoptado posturas histriónicas de un mesianismo increíble. El y sólo él es el indispensable para gobernar; más parece una actitud enfermiza propia de un dictador que no se detiene ante nada. Más, aún ha ordenado la matanza de todos aquellos que alcen la voz, que manifiesten su descontento en las calles, que rechacen el gobierno en plazas de las diversas ciudades. De hecho ya se registraron muchos centenares de muertos.

El dictador libio debe meditar que está a punto de caer y que no encontrará cabida en parte alguna del planeta; pues, sus crímenes de toda la vida y de los de estos momentos no pueden quedar en el olvido. El mundo democrático aún recuerda que Kadafy organizó los campos de preparación y entrenamiento de terroristas que exportaba al mundo. Los ecuatorianos también recordamos esta actitud del terrorismo del dictador libio.

Hacen bien las democracias occidentales de condenar los atropellos de última hora de Kadafy. La sangre que ha corrido reclama sanción internacional. Muchos dirigentes y militares libios ya le han dado las espaldas. Falta el empujón último para que el sanguinario termine de derrumbarse.

Algunos gobernantes latinoamericanos deben estar preocupados por la caída de Kadafy. Si han sido sus seguidores y admiradores están preocupados.

El gobierno ecuatoriano ha emitido una declaración tibia y temerosa que hará servido para que el mundo se entere de la realidad que existe en nuestro país.

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