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Los científicos catalanes vibran con las colisiones del acelerador

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Emoción: esta es la palabra con la que describen los científicos los primeros choques que se dieron el martes en Ginebra en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC por sus siglas inglesas) . «Fue como rematar un castell
–dice Xavier Vilasis, físico de la Universitat Ramon Llull, que participó en el hito–, un esfuerzo conjunto de un gran número de científicos».
Son miles los investigadores que trabajan en el Laboratorio Europeo de Física Nuclear (CERN), que gestiona el acelerador de partículas. En ese anillo de 27 kilómetros de circunferencia circularon el martes dos haces de protones, que chocaron entre sí con una energía nunca vista en un laboratorio. Los científicos esperan encontrar nuevas partículas entre los productos de las colisiones.

MADRUGÓN / «El día empezó a las cuatro de la mañana», explica Cristóbal Padilla, investigador del Institut de Física de les Altes Energies (IFAE) de Barcelona implicado en Atlas, uno de los experimentos de LHC. «Nos juntamos los coordinadores de sistemas experimentales para comprobar que todo estaba bajo control», recuerda. Las primeras colisiones se esperaban a primera hora, pero se retrasaron hasta la una de la tarde.
«Perdimos dos veces el control de los haces: es normal, esta máquina es compleja», matiza Padilla. A lo largo de la mañana, la sala de control de Atlas fue llenándose de científicos. «Había tensión, pero la atmósfera era de entusiasmo», rememora. Finalmente, el tercer intento fue el bueno. «Durante unos segundos vimos los haces acercarse en una pantalla. Luego, coincidieron, y poco después detectamos las primeras colisiones», afirma Padilla. «Fue un momento de gran ilusión, la culminación de 10 años de trabajo, en mi caso», comenta Vilasis, que colabora con otro experimento, el LHCb.
El hito llega con año y medio de retraso debido a un accidente ocurrido el 19 de septiembre del 2008, solo ocho días después de las primeras operaciones. Tras una larga reparación, la máquina volvió a funcionar y las primeras colisiones de baja energía se dieron el año pasado, entre octubre y diciembre. Sin embargo, los del martes fueron los primeros choques con un rango de energía hasta ahora inalcanzado: 3,5 teraelectronvoltios (TeV) por cada haz.
«Durante las reparaciones mejoramos nuestros dispositivos», dice Imma Riu, también del IFAE. «Ahora tenemos instrumentos mejor calibrados y programas más robustos», añade Padilla. El problema que causó el accidente ha provocado que la máquina tenga que funcionar con la mitad de su energía de diseño en los próximos dos años.

ESPERANZAS / «Obviamente, el martes no vimos brotar bosones de Higgs uno tras otro», admite Vilasis, en alusión a las partículas más buscadas por los investigadores del LHC. Para eso habrá que esperar que la máquina alcance su máxima energía, posiblemente en el 2014. «Sin embargo, es posible que al nivel actual se generen otras partículas desconocidas o fenómenos nuevos», afirma Mario Martínez, investigador principal del grupo del Atlas del IFAE.
MICHELE CATANZARO
BARCELONA

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