Cuando la crisis no pasa por tu puerta José Royo y Enrique Senís-Oliver

Clientes de Estados Unidos, Méjico, Japón, Alemania y Oriente Medio, en lista de espera de la obra de los pintores valencianos
José Royo y Enrique Senís-Oliver continúan vendiendo sus cuadros en el mercado internacional
Con las galerías echando el cierre a mansalva, con la alta volatilidad que sufren los directivos de las ferias relacionadas con el arte y con el descenso radical de exposiciones que el recorte presupuestario impone a los museos, los artistas que eluden la crisis son habas contadas. Dos ejemplos de pintores que continúan recibiendo encargos, y despachando cuadros a toda velocidad son José Royo y Enrique Senís-Oliver, dos estilos muy distintos para un idéntico éxito, pues ambos venden sus cuadros con facilidad en el mercado internacional, y no se trata precisamente de dos artistas sin caché, sino todo lo contrario.

Royo, un pintor luminoso con un trazo que evoca a Renoir o a Sorolla, fue el anfitrión hasta el pasado domingo de un numeroso grupo de coleccionistas estadounidenses que se desplazaron hasta Valencia con el fin de contemplar por adelantado y en exclusiva la serie de cuadros que el artista valenciano expondrá dentro de unas semanas en una galería de Florida. La visita fue fructífera para todos, pues los aficionados que habían cruzado el Atlántico quedaron contentos y apalabraron algunas piezas. Royo asegura que en los EE.UU. hay obra suya en las galerías de la mayor parte de los 51 estados del país.
«Esto va por ciclos. Durante el año empleo la mayor parte de mi tiempo en pintar, y vivo en el campo, muy relajado; pero de repente debes viajar a presentar una exposición o vienen unos señores desde Estados Unidos y hay que atenderles como merecen. Al final parece que dedicas mucho tiempo a la promoción o a las relaciones públicas, pero es que, si de vez en cuando no te relacionas con clientes y amigos te vuelves un eremita», explica José Royo.
Senís-Oliver, por su parte, estaba ayer enfrascado en un bodegón. El pintor neorrealista atiende, de esta forma, a un encargo que también le llega del otro lado del Atlántico, en este caso de México. De hecho, Senís-Oliver trabaja por encargo, y hoy por hoy tiene en lista de espera diez obras para otros tantos coleccionistas de variada procedencia: clientes españoles y sobre todo estadounidenses, mejicanos, alemanes y japoneses, si bien últimamente se han añadido compradores de Oriente Medio.
Suerte no, trabajo
Aunque los dos artistas reconocen su satisfacción por cómo les van las cosas y, de alguna manera, se sienten privilegiados, también los dos recuerdan con rapidez que ningún éxito llega sin un trabajo previo.
«No me siento un privilegiado exactamente, porque creo que he trabajado mucho, y de hecho tengo ahora mismo un cuadro esperándome. Siempre estoy trabajando, y el trabajo siempre es duro, aunque te entusiasme, como me pasa a mí, que tengo suerte en la medida de que mi esfuerzo se ve recompensado, algo que no le pasa a todo el mundo», comenta Royo, un sentimiento de reciprocidad entre el éxito y el trabajo que comparte Senís-Oliver.
«Sí y no. Soy un privilegiado por poder hacer lo que me gusta, pero trabajo todos los días desde hace 50 años, y eso es distinto a las personas con talento que deciden querer vivir de su don sin trabajarlo», puntualiza el pintor neorrealista, quien explica que algunos de sus clientes «son amigos míos desde hace años, que saben lo que hago, por eso me encargan cuadros y me dan libertad para trabajar».
Royo considera que la globalidad iguala el gusto de sus clientes: «Durante años he expuesto y pintado casi en exclusiva para japoneses, con gustos muy similares que otros clientes occidentales»; sin embargo, Senís-Oliver sí matiza que se dan preferencias. «En mi obra hay desnudos, pero algunos clientes de Oriente Medio rechazan ese tipo de obras, de modo que, si recibo un encargo desde Abu Dhabi debo ser consciente del gusto del cliente», explica el pintor.