San Blas Reserva Ambiental: un turismo responsable

EL TURISMO, no lo olvidemos, sigue siendo, junto al sector servicios, nuestra primera y casi única industria. Para entendernos, es lo que nos da de comer y, como es obvio, con las cosas del comer no se juega. Por suerte o por desgracia, vivimos en un mundo global, donde cualquier circunstancia, ya sea de orden natural (inundaciones o la erupción de un volcán a miles de kilómetros), económico (la quiebra de todo un sistema financiero que viene arrastrando las economías de los países y de las familias) o meramente político (guerras o atentados terroristas), repercute inmediatamente en el acontecer y en las decisiones que adopten los gobiernos y, por extensión, las personas.


Si a ello le añadimos la evolución tecnológica de cuanto rodea la decisión última del cliente, que cada vez más frecuentemente opta por prepararse él mismo sus vacaciones a través de la Red; o la fuerte competitividad de países emergentes que están acaparando cada vez más mercado, tenemos que llegar a la conclusión de que no podemos estarnos quietos, esperando buenamente a que el cliente venga a llamarnos a la puerta. Hoy día, aparte de tener que salir a buscarlo, tenemos que ofrecer al visitante lo que éste busca. Tenemos, pues, que diversificar nuestra oferta y darnos a conocer.

Al igual que sucede en otras actividades, el turismo puede convertirse en un poderoso instrumento para desarrollar nuevas iniciativas que favorezcan la calidad de un turismo que, entre todos: administración, empresarios, trabajadores y clientes, debemos convertir en una actividad responsable, integrándolo en nuestro entorno; ya que, en definitiva, el paisaje representa un recurso valiosísimo que tenemos y debemos respetar y preservar; y, esto es, precisamente, lo que sin duda se ha conseguido llevar a cabo en el hotel San Blas, de Tenerife.

El hotel, denominado San Blas Reserva Ambiental, está situado en una zona privilegiada del Sur de la isla; en un área de preservación ecológica, a escasos kilómetros del aeropuerto; en el término municipal de San Miguel de Abona. En esencia, es un magnífico hotel de cinco estrellas capitaneado con pulso firme por David Hernández, y rodeado de un equipo joven, muy profesional, que conduce Víctor Gil. Pero lo que pocos canarios conocen, aunque lo tengamos cerca de nosotros, es que el referido hotel forma parte de un proyecto innovador dentro del sector turístico, cuya filosofía se basa principalmente en el absoluto respeto por el medio ambiente, así como en una acertada y arriesgada apuesta por un turismo ecosostenible, empeñado en dar a conocer, primero a sus clientes, pero también al público en general, el magnífico patrimonio cultural, gastronómico, ambiental y científico con que cuenta la reserva natural donde orgullosamente se sitúa el hotel.

El hotel es de una arquitectura sobria pero muy atractiva, acorde con el paisaje que lo circunda, y afinadamente planificado para integrarse con los elementos naturales característicos de la zona. Combina perfectamente el diseño potente y de líneas rectas, con la comodidad y el encanto de un cinco estrellas de categoría superior. Sus formas, colores y estructura se escalonan armoniosamente en torno a un río-cascada que va conformando distintas piscinas, y a un gran lago, navegable, que termina en un pequeño y pintoresco embarcadero que le proporciona al conjunto hotelero un encanto especial, y que, junto a unos jardines perfectamente diseñados y cuidados, recrean un hábitat donde conviven especies animales y vegetales endémicas de la zona.

Pero si ya es importante que en estos tiempos que corren un resort de lujo ofrezca al cliente la mejor atención posible y a un precio más que razonable, lo es aún más si cabe que apueste por recuperar y mostrar al público en general la historia y la cultura de quienes en su día habitaron en dicha Reserva Natural; y lo hace manteniendo un equilibrio entre lo que debe constituir el modelo de negocio hotelero y el respeto por la protección y conservación de la naturaleza. Dicho proyecto, de mentalidad ecológico-científico, lo han llevado a cabo bajo la estricta supervisión de los más prestigiosos profesionales de la ciencia, la investigación y el turismo, con la intención de garantizar no sólo el relax, el descanso y la diversión de los clientes, sino la veracidad de cuanto se expone en unas instalaciones -el museo y el túnel de la historia principalmente-, que ya quisieran para sí muchas instituciones y museos oficiales.

Esta iniciativa, que le proporciona un enorme valor añadido a su oferta hotelera, pone de manifiesto que se puede hacer una demostración realista de lo que es el eco-turismo que, en definitiva, apuesta sobre todo por transmitir una educación ambiental a todos sus clientes y visitantes, además de ofrecer actividades de senderismo, y cursos de ecología, arqueología y astronomía; éste último, a través de la Iniciativa Starlight, como medio de potenciar destinos turísticos que impulsan la astronomía y frenen, en lo posible, la polución lumínica que padecemos. En definitiva, un turismo que cuida su entorno y mira al cielo es, sin duda, un turismo con futuro.

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