Lo que hace rentable la telebasura

TERMINABA ayer afirmando que el actual imperio de la cultura basura y la degradación de la cultura popular masiva es fruto de las carencias educativas de ese nuevo mecenas multitudinario que es el público. El martes pasado tuvimos un buen ejemplo de ello. Esa noche ganó La 1 (RTVE) con el amistoso de la selección española: 6.511.000 espectadores y un 33,4% de cuota de pantalla, que se elevaron a 7.930.000 y un 40,3% en el minuto de oro. Ninguna cadena le plantó cara, salvo Tele 5 con un especial marrón-rosa presentado por Jorge Javier Vázquez llamado La pesadilla de Jesulín. Y fue derrotada: frente a los 6.511.000 espectadores del fútbol, lograron captar la atención de 1.927.000; frente al 33,4% de audiencia de La 1, un 15,5%. Pero es una derrota relativa, ya que lograron interesar a casi dos millones de espectadores y que el programa mejoró los resultados que la cadena tuvo en el mismo horario la semana anterior. Además esta relativa derrota sólo duró lo que el partido: tras él La 1 descendió a 1.294.000 espectadores y La pesadilla de Jesulín ascendió del 15,5 al 23% de cuota de pantalla.


El programa fue otro ejercicio de linchamiento mediático de Jesulín de Ubrique y María José Campanario, víctimas preferidas de Tele 5 junto a Isabel Pantoja. Esta persecución sistemática está logrando el milagro aparentemente imposible de convertir a este matrimonio, no precisamente sobrado de glamour, en una pareja maldita a lo Sterling Hayden y Jean Hagen de La jungla de asfalto. Porque el torero, su mujer, sus hermanos, sus padres y hasta su tía serán lo que sean y exprimirán los platós escandalosos cuanto les apetezca, pero ello no autoriza el acoso o linchamiento al que los somete Tele 5. Sostener que el mercadeo con los medios autoriza a cebarse con quienes lo hacen es algo peligrosamente parecido a mantener que una prostituta no puede ser violada, ya que por mercadear con su cuerpo está expuesta a que abusen de ella.

Pero volvamos al tema. Si Tele 5 y otras cadenas emiten lo que emiten es porque millones de espectadores lo ven. En esto las cadenas son radicales: la caída de audiencia es la pena de muerte de los programas. Sería necesario endurecer la legislación sobre la intromisión en las vidas privadas de cualquier ciudadano; incluso en las de quienes, por mercadear con parte de ella, parecen condenados a soportar el expolio de toda su intimidad. Pero aún más necesario y urgente sería elevar el nivel educativo medio. Porque sólo la educación de este mecenas multitudinario que es el público puede lograr que la basura deje de ser tan rentable.

Carlos Colón