La crudeza del invierno hizo desastres: anegó pueblos, hundió miles de hectáreas productivas y los empleos correspondientes, arruinó a millones de pobres y a algunos ricos, destruyó carreteras y en general, puso a temblar al país.Mientras los colombianos asimilamos los golpes y cambios que habrá que hacer, hay una cosa muy buena: las lluvias volvieron a llenar los acuíferos de Turbaco, que decaían hasta hacer temer que los arroyos perennes de Mameyal, Matute, Maparapa y otros lugares, llegaban a su fin. Las sequías y talas masivas de monte de las últimas décadas en las canteras de las cimas turbaqueras los estaban secando.
La plenitud de los acuíferos, que mantiene el lado derecho de la carretera al subir Loma de Piedra con un chorro de agua que envidiaría cualquier acueducto de una ciudad grande, tiene un carril de la Troncal de Occidente convertido en un balneario improvisado que toma fuerza, sobre todo los fines de semana, porque durante los días laborales es un lavadero de motos, carros y camiones.
Ayer, mientras un policía y un miembro de la Defensa Civil se arrellanaban en sus asientos –quizá impotentes ante la avalancha humana-, y los carros se veían a gatas para subir la loma sin tropezar uno de los trescientos o más bañistas de todas las edades y sexos, la multitud se sentaba en el desagüe derecho antes mencionado, regodeándose en la corriente fría, mientras quienes llegaron tarde caminaban por el carril derecho de la vía buscando un palmo de agua libre, pero obstruyendo la carretera y desafiando al conductor que osara sonar el pito.
Las entradas a las fincas y casas aledañas estaban tomadas por carros y motos aparcados, y en una –El Balcón- ya había una muchedumbre haciendo un sancocho adentro, sobre la vía interna de acceso.
El hombro de la carretera opuesto al chorro de agua lo convirtió la gente en defecadero y presumiblemente, el propio chorro de agua en que se bañaban les servía de mingitorio. Había basuras por doquier: bolsas plásticas, papeles, empaques de golosinas y botellas vacías. Las conchas de yuca y plátano eran los desechos más benignos.
Se entiende que la gente necesita parques y sitios de distracción baratos, que no hay. Pero que algo así pueda ocurrir en la carretera principal de entrada a la ciudad, es inaudito, y refleja uno de nuestros males peores: la desinstitucionalización absoluta.
No sólo no hay conciencia en la gente de por qué no debería hacer lo que hace, sino que la Gobernación, la Alcaldía de Turbaco, la Policía de Carreteras, ni Cardique, han asumido su papel para ponerle freno a semejante abuso de lo público y peligro para todos: por la inseguridad para bañistas y conductores, la insalubridad para los participantes y para quienes consumen el agua más abajo, y el deterioro del ambiente.
Si dichas autoridades no actúan enseguida, pensando que las aguas mermarán y desaparecerá el problema, están equivocadas. El chorro seguirá por semanas y meses, y de continuar su conducta omisiva, pronto no podrán controlar la situación ni que quieran.
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El “balneario” de Loma de Piedra
Etiquetas: Gente, Información, Noticias Generales, Persona, Salud | author: BuscadorPosts Relacionados:
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