¿Fantasmas en el Metro? Mary Eastwick

El lobo, animal desconocido y temido, carga con leyendas que le describen como depredador sanguinario. Animal cruel que ataca en manada dejando a sus víctimas indefensas ante sus sanguinarias maniobras de caza
.



Los propietarios de ganado han contribuido en gran parte en la creación de historias sobre este animal al que conocemos como temible y maligno. El lobo atacaba mermando los rebaños, el lobo se adentraba en pueblos de montaña atacando a los humanos. El aullido del lobo sembraba el terror sobre su inminente ataque.



Pero como en casi todo, la verdad tiene dos caras y la injusticia que se ha cometido con este bello animal queda patente cuando la verdadera información se abre camino.

Ningún cazador anuncia su llegada haciendo ruido, el lobo tampoco. Su caza es silenciosa, no la anuncia con aullidos y cuando lo hace está realizando lo que todos los seres hacemos, alimentarnos. No caza sus presas por el placer de matar, tiene necesidad de alimentarse y cuidar de la manada, entre la que se encuentran sus propios cachorros. Es monógamo y durante toda su vida, una pareja de lobos permanece unida cuidando a todos los nuevos elementos que se incorporan con los nuevos nacimientos.



Cuando el jefe de la manada es demasiado viejo para cumplir con este cometido, deja el puesto a otro individuo joven y fuerte para que lo ocupe. Los lobos huyen del hombre al que atacan cuando sienten peligro o su hábitat, invadido por éste, ha terminado con la caza de la que siempre se han abastecido. Con este animal sucede lo que casi siempre con cualquier especie, el hombre invade su terreno y convierte su forma de vida en algo maligno.



En este vídeo se puede encontrar información sobre este espléndido animal y tal vez contribuir a hacerle un poco de justicia



Las leyendas, historias y cuentos que nos causan miedo, nunca se terminan, cada país tiene las suyas propias que llegan a otros adaptadas a la cultura de cada lugar y siempre producen dos efectos universales: pánico y atracción. Las historias o leyendas que nos han llegado desde que los hombres aprendieron a contarlas a través de los primeros signos de escritura, no son las más antiguas. Antes, otras muchas se transmitieron boca a boca y no pocas fueron parte importante de la religión de cada pueblo.



Los dioses a los que se adoraba tenían cualidades como los hombres de los que eran divinidades. La ira, bondad, fertilidad, guerra, lluvia, sabiduría, belleza y con ellas cualquier condición humana, cogían nombre del dios que las representaba.



Para abrir boca: ¿Qué pasa en el subsuelo?







En esta sección que comenzamos sólo buscamos entretener y que cada cual -para eso está la capacidad de pensar y utilizar el libre albedrío- ocupe su tiempo durante unos momentos en algo diferente a lo que la coyuntura política actual nos obliga, tal vez sin quererlo ni buscarlo.



Me llamo Mary Eastwick, por cierto, un nombre en homenaje a una persona de carne y hueso y a un mito que el lector avezado apreciará: unos días hablaremos de historia, otros de misterios, alguno más de leyendas urbanas y otros de fenómenos inexplicables, siempre con el ánimo de bucear en las sombras con una linterna en la mano.



Hace unos años unos trabajadores del alcantarillado de Barcelona declararon que durante su ronda por los pasadizos, escuchaban ruidos y golpes como si se tratase de algún animal encerrado en alguno de los túneles en desuso. Al día siguiente con una cámara casera grabaron su recorrido y los ruidos que decían escuchar.







Algunos continuaron con la creencia de que en el subsuelo de la gran ciudad, obscuros secretos discurrían a sus pies. Otros lo achacaron a la publicidad que se quería dar a una película que se estaba rodando... Que su imaginación y su escepticismo decidan, pero sepa en todo caso que el Metro en medio mundo es el escenario de algunas de las leyendas y mitos más extendidos.



Hay una historia que se repite en la red suburbana de muchas ciudades, con ligeras variantes pero muy similar y demasiado parecida a esa otra que habla de la chica de la curva que te advierte de un posible accidente de coche. Ésta sucede en el vagón del Metro y dice así: es posible que a última hora de la noche te subas y veas, frente a tí, a una mujer sentada entre dos hombres que te mira pero no te ve.



Los tres están muertos y te indican un peligro inminente, aunque no te o digan ni te ayuden a sortearlo. Es ahí donde pueden pasar dos cosas: que nadie te lo advierta y sigas en tu sitio hasta que ocurra algo grave o que, si tiene suerte, en la siguiente parada entre un señor elegante y trajeado, se ponga a tu lado, y te invite a abandonar el vagón con urgencia... ¿Increíble no?



Las historias de trenes fantasma pueden resultar incréibles, pero esta foto es auténtica y produce cosquilleos: es la estación de Chamberí, que nunca se usó pero existe según nos cuentan en este blog



Tan popular como esta leyenda es otra que habla de los trenes fantasmas en dos estaciones de Barcelona, Rocafort y Gaudí, y en una madrileña, la de Chamberí: hay quien dice que, al cerrar la red, un último convoy sin destino seguía circulando hasta la eternidad, y que en las cámaras de videovigilancia se llegaron a grabar imágenes de usuarios borrosos que esperaban ese tren a ningún sitio desde ningún lado.



Creas en ello o no, ¿no me digas que no son deliciosas historias para pasar un buen rato? De eso se trata. Saludos desde el más acá, por supuesto.