La Fundación Botín cierra la línea de Gargallo

Cuando murió su padre, el escultor Pablo Gargallo, Pierrette sólo tenía 12 años. Una pulmonía, en apenas tres días, se llevó a uno de los grandes referentes del arte español de vanguardia a nivel internacional. Confiesa que le es difícil hablar de su padre porque era demasiado pequeña cuando lo perdió pero entre anécdotas pasajeras, sensibilidad y conocimiento -en su juventud también se dejó seducir por la escultura-, Pierrette (París, 1922) transmite una apasionada y continua revelación sobre Pablo Gargallo y su huella. La hija del gran creador del metal era la única a la que se le permitía al acceso a su estudio. «Él me preguntaba si le gustaba lo que estaba haciendo y yo le daba mi opinión, como una crítica de arte. Pero lo que más recuerdo era cuando me daba la mano y me decía: vamos a comprar tabaco».

En su casa en la capital francesa vive rodeada de las esculturas y dibujos de su padre, pero esta primavera ha decidido hacer una excepción y viajar a España para saludar y celebrar la recuperación y reivindicación de uno de los pilares más significativos del «talento creativo» de su padre: el dibujo.
La Fundación Marcelino Botín que exhibe ya en sus últimos días (concluye el día 30), una significativa muestra de sus dibujos, setenta obras, buena parte de ellas inéditas, ponía rúbrica ayer a su proyecto ambicioso y dificultoso con la publicación del catálogo razonado de los dibujos de Gargallo.
Una obra ingente, en dos volúmenes, que ha logrado reunir 470 dibujos y que revela tres claras connotaciones de la trayectoria del artista y adalid de la vanguardia española: su dimensión internacional, la importancia por sí misma de la creación dibujística, nunca entendida como un camino hacia la escultura; y la diversidad de una obra en la que se transparenta y expresa «el concepto íntimo de su estética, libre y personal».
Pierrette recordaba en Santander la creatividad de Gargallo, «como padre era fenomenal pero lo perdí muy pronto»; y su entrega al dibujo sobre cualquier soporte, una actividad que ha quedado relegada por la escultura pero que tenía una trascendencia máxima en la expresión y evolución del artista aragonés. «Mi padre era escultor y con los dibujos disfrutaba». Pierrette no se cansa de repetir que lo que llevaba al artista a trazar retratos (sobre todo del mundo femenino) era sobre todo «el placer de dibujar. No eran modelos para la escultura, no eran trazos académicos, ni preparatorios ni bocetos, no era un instrumento de trabajo». El catálogo razonado de la Fundación santanderina, presentado ayer, obra de María José Salazar, comisaria y artífice de la investigación, supone, a su juicio, «agrandar y consolidar la figura de Gargallo».
Desde el estudio o desde el conocimiento familiar, ambas, la hija y la investigadora, llegan a idéntica meta: «el dibujo es fundamental en la obra de Gargallo y refleja un concepto íntimo de su estética».
Más de 1.600 páginas en dos volúmenes, que recorren 'El dibujo como imagen íntima de la estética', se configuran con la ficha técnica de esos 461 dibujos; una síntesis biográfica, la relación de exposiciones individuales de Gargallo; su presencia en museos y colecciones y una selección bibliográfica. Un itinerario intenso y fructífero aunque «hay constancia de algunos periodos en blanco, épocas de las que no hay dibujos porque se han perdido».
El trabajo desarrollado ha permitido recuperar y descubrir muchos más dibujos de los que tanto la comisaria como la hija del escultor esperaban. Incluso con los volúmenes ya editados, están convencidos de que «existen muchos más sin localizar y que algunos coleccionistas desvelarán nuevos hallazgos».
En la exposición puede verse el único retrato que Pablo Gargallo hizo de su mujer y los dos que realizó con Pierrette como modelo. «No dibujo más a su familia porque no pensaba que su vida iba a ser tan corta», apuntó la hija.
Un proyecto que precisamente se inició hace tres años en la casa parisina de Pierrette. En el camino una «ardua labor», plasmada ahora en la obra catalogada de forma cronológica, sembrada por títulos y fechas antes desconocidos, y muchos dibujos de los que se desconocía su existencia. Gran parte de ellos pertenecientes a coleccionistas particulares, en su mayoría franceses. «Internacionalmente se le ha dado más importancia que en España», dijo la comisaria.
Pierrette, que nunca abandona el sentido del humor, se sorprende al ver la muestra en la Fundación Marcelino Botín: «no sabía que había tantos...¿no habrá alguno falso?».
En Gargallo «sus esculturas en hierro han acaparado toda la atención pero su obra sobre papel muestra a un gran artista que creaba en libertad», subraya Salazar.
En su texto para el catálogo la comisaria apunta que los dibujos de Gargallo, que no habían sido considerados hasta ahora parte integral de su proceso creativo, nos permiten descubrir su mundo más íntimo e intuitivo, por medio de su temática o de sus bocetos, que personalizan su búsqueda, sus hallazgos y renuncias. Puede apreciarse así la actividad artística más desconocida del artista».
Tres temas y cuatro grupos
María José Salazar estructura la obra de Gargallo bajo tres grandes epígrafes: «la mujer como centro de la creación, la música como instrumento de recreación y el autorretrato como medio autobiográfico».
Del conjunto, además, establece cuatro grandes grupos:
El primero lo formarían sus trabajos infantiles, los relacionados con su formación académica y sus dibujos del natural. Un segundo estaría formado por bocetos y estudios para esculturas, gran parte de los cuales fueron destruidos por el propio artista una vez ejecutada la obra. Un tercer conjunto estaría formado por obras puramente plásticas, que el artista ejecuta por el mero placer de dibujar y para las que se sirve de acuarelas, pasteles y guaches, centrando su temática en la figura humana, especialmente en el cuerpo de la mujer.
El cuarto grupo, que abarca desde 1896 a 1929, lo integran diecinueve autorretratos que ejecuta a lo largo de toda su vida y que hemos de entender como una transcripción autobiográfica a través del dibujo.
«Mi padre no dibujaba para después hacer sus esculturas, dibujaba por el placer de dibujar. Era su manera de disfrutar», insistió Pierrette Gargallo, quien recordó que el artista no daba importancia a esas obras que trazaba en cualquier papel que encontrara cerca. Podían ser cartas o papeles de la comunidad de vecinos, le daba igual». La obra en metal de Gargallo, marca sin duda el camino de la escultura del siglo XX, pero «ha dejado relegada su faceta como dibujante, que merecía sin embargo, ser analizada en profundidad», precisaron los responsables de la investigación.


EL PROYECTO EN DATOS
Catálogo razonado. 1.160 páginas en dos volúmenes, incluye el escrito 'Miradas unidas por la escultura', de Jean Anguera Gargallo, nieto del artista; y el texto 'El dibujo como imagen íntima de la estética', de María José Salazar.
Contenido: La ficha técnica de 461 dibujos sobre 352 soportes; una síntesis biográfica, la relación de exposiciones individuales de Gargallo; su presencia en museos y colecciones y una selección bibliográfica.
Proyecto Maestros del dibujo español: Eduardo Rosales (1836-1873), bajo la dirección científica de José Luis Díez. Le siguió Antonio del Castillo (1616-1668) por Benito Navarrete y Fuensanta Garcia de la Torre y se ultima Alonso Cano (1601-1667) de Zahira Veliz.
Libro. Contiene también los textos en inglés. Estará a la venta en las sedes de las calles Pedrueca 1 y Marcelino Sanz de Sautuola 3, con un precio de 60 euros.
Exposición. La sala de la Fundación en la calle Marcelino Sanz de Sautuola 3 abre todos los días de 12 a 14 y de 18:30 a 21:30 horas. La entrada es gratuita. La exposición se cierra el domingo 30 de mayo. Más información: www.fundacionmbotin.org