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A la búsqueda de vida alienígena... en el fondo del mar

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¿Por dónde comenzar una búsqueda para hallar la pista a formas de vida alienígena? ¿Marte, la luna de Júpiter Europa, Ganímedes en Saturno o en un cometa? Un equipo binacional de científicos ya se prepara para hacerlo, pero antes de poner la mira en el espacio hurgará en uno de los ambientes más extremos de nuestro planeta: los lechos oceánicos.


El grupo multidisciplinario, que incluye a investigadores de los Institutos de Geofísica, Ciencias Nucleares (ICN) y Ciencias del Mar y Limnología (todos de la UNAM), así como a otros del Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar, incluirá en el rastreo sitios enigmáticos que hasta hace poco han comenzado a estudiarse: los conductos o ventilas hidrotermales (VH).

Como los géiseres en el continente, las VH son fisuras ubicadas en el lecho marino, de las que fluyen chorros de agua caliente ricos en minerales. Éstos alojan a una rica variedad de organismos que forman cadenas alimenticias no basadas en la energía obtenida por las plantas a través de la fotosíntesis (como en la superficie), sino en bacterias capaces de aprovechar compuestos químicos.

“Vamos a aplicar las mismas técnicas usadas en la exploración de la vida en Marte para observar en el fondo marino desde un punto de vista químico”, anticipa Rafael Navarro González, titular del Laboratorio de Química de Plasmas y Estudios Planetarios del ICN.

Esto incluye desde vehículos autónomos submarinos y brazos robóticos, hasta sondas y equipos de laboratorio para análisis de muestras.

La expedición se desarrollará del 29 de mayo al 9 de julio en zonas del norte del Pacífico mexicano. Comprenderá tres fases: reconocimiento inicial y mapeo de la zona; muestreo de infiltraciones de metano en el fondo abisal y exploración a diferentes profundidades, que llegarán hasta 2 mil metros o más, en los sitios donde existen VH, en Guaymas (Sonora) y Manzanillo (Colima). El ICN participará en las dos últimas.

Del océano al Sistema solar

“Será como una búsqueda astrobiológica de vida extraterrestre, pero aquí en la Tierra”, resume el doctor Navarro, quien labora con la NASA en el desarrollo de un proyecto sobre un instrumento robótico que explorará el suelo marciano en 2011, el Mars Science Laboratory.

Las VH fueron descubiertas en 1977 en la zona de las Islas Galápagos (Océano Pacífico) y después se han observado también en el Atlántico, el Índico y el Ártico. El agua que expelen puede alcanzar los 350o C o más y en sus alrededores, pese a las condiciones extremas de ausencia de luz y altas presiones, florecen ecosistemas muy peculiares.

La base de esos ecosistemas (hay desde crustáceos, gusanos-tubo y caracoles hasta pulpos y peces) son bacterias capaces de aprovechar minerales disueltos como sulfuro de hidrógeno para producir compuestos orgánicos. Estos microbios, denominados arquea, ha sido relacionados por algunos estudiosos con el origen de la vida en la Tierra.

Otros expertos postulan que las VH existieron o podrían existir aún en diferentes cuerpos del Sistema solar, por lo cual la incógnita sobre si alojarían formas de vida similares a las que aquí se ven en el océano sigue siendo una hipótesis inquietante, que futuras misiones espaciales podrían corroborar.

“Europa, Ganímedes y Marte podrían tener agua líquida en su subsuelo y albergar vida compleja, tal vez muy similar a la del fondo marino en la Tierra, basada en la energía química”, sostiene el doctor Navarro, quien recuerda que el hallazgo reciente de perclorato en el planeta rojo, por parte de la sonda Phoenix, es una pista muy valiosa en ese sentido:

“Como es un oxidante muy fuerte, destruye la huella de existencia de compuestos orgánicos; sin embargo, su descubrimiento es importante, porque este perclorato puede ser utilizado por muchos organismos en la Tierra para obtener energía; en Marte podría ser también una fuente energética y por sus propiedades fisicoquímicas, servir como anticongelante”, añade el científico.

Faltan claves vitales

Este efecto podría manifestarse al reducir el punto de congelamiento del hielo en las regiones heladas del Ártico marciano, que están a -40o C. Eso abriría la posibilidad de que existiese agua líquida en esa parte de la superficie marciana y, probablemente, organismos.

Y no sólo en la superficie: si existiesen VH en el subsuelo marciano, también cabría la posibilidad de que hubiera agua líquida en condiciones estables y, tal vez, vida. “Eso no está descartado, aunque el planeta esté fuera de la zona definida de habitabilidad”, explica el astrobiólogo. El caso de Europa y Ganímedes es similar, con las mareas gravitacionales o el vulcanismo como fuentes de calor, ante la escasísima luz solar que reciben.

Antonio Lazcano, biólogo de la Facultad de Ciencias de la UNAM, considera por su parte que “la presencia de fuentes hidrotermales en otros planetas serviría como un indicador de actividad geológica en ellos, pero no constituiría una prueba de la presencia de vida”.

Lo mismo sería cierto, dice el profesor Lazcano, aun si encontráramos agua líquida en otros planetas. “Como escribió alguna vez Joshua Lederberg (biólogo estadunidense ya fallecido, Premio Nobel de Fiosiología en 1958 y descubridor del sexo bacteriano): “si hay vida es seguro que haya agua líquida, pero lo contrario no es necesariamente cierto”.

El profesor universitario, quien reprodujo en el laboratorio las condiciones que se supone originaron los compuestos precursores de la vida en la Tierra primitiva, no descarta que las VH hayan tenido un papel importante en la configuración del ambiente que hizo posible esa explosión vital.

“Pero no creo, argumenta, que allí se hayan formado los primeros organismos. Como señalaron White, Miller y Bada, las altas temperaturas destruyen los compuestos orgánicos”.

“Hay controversia sobre si la vida apareció en la atmósfera o en el fondo marino. Muchos de los que apoyan la idea de que surgió por reacciones en la superficie señalan que las temperaturas de 360°C en el fondo marino podrían permitir la formación de compuestos orgánicos, pero no su supervivencia, pues se destruyen rápidamente”, dice Navarro.

“Pero yo y muchos otros colegas consideramos que lo determinante no fue ni la atmósfera ni el fondo marino, sino la combinación de muchas fuentes de energía”. Por eso, dice el astrobiólogo, es necesario estudiar la vida en nuestro propio planeta y luego en los vecinos.

“Nadie puede afirmar con toda certeza si hubo vida en Marte, y lo abierto de la respuesta hace sumamente atractivo el seguir explorando”, comenta el profesor Antonio Lazcano Araujo.

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