La industria del videojuego factura 1.432 millones de euros tan sólo en España, más que las del cine y la música juntos. Una cifra que debe hacer olvidar, a aquellos que todavía así lo crean, que las videoconsolas son un juego de niños, puesto que cada vez es mayor el número de adultos aficionados a este tipo de ocio. Sin ir más lejos, la edad media de los aficionados a videojuegos suele estar alrededor de los 35 años.
Y son las personas en la franja de edad adulta las más perjudicadas al realizar este tipo de actividades. Eso es lo que afirman un grupo de investigadores de las universidades de Emory y Michigan (EEUU), que han descubierto conexiones entre jugar con videojuegos y algunos riesgos para la salud. Se analizó a 562 personas de entre 19 y 90 años, de las que un 45% dijeron jugar habitualmente (la mayoría hombres). Se les facilitó un cuestionario a todos ellos, en el que contestaron a todo tipo de preguntas sobre su estado de salud y ánimo, y sobre sus hábitos cotidianos.
Una de las principales conclusiones que extrajeron los especialistas es que los videojuegos afectan de diferente manera a hombres y mujeres. Así, las usuarias de estos juegos tienen más riesgo de sufrir depresión y de tener un peor estado de salud. Una de las intepretaciones que ofrecen los autores, liderados por James B. Weaver, es que ellas utilizan los videojuegos como "una automedicación digital", es decir, para evadirse de sus preocupaciones y cambiar su estado de ánimo. Además, pueden experimentar reacciones obsesivo-compulsivas, incluso adicción a la videoconsola.
Los hombres, en cambio, suelen sufrir sobrepeso u obesidad en mayor medida que los no jugadores. También pasan mayor tiempo navegando por Internet y tienden a ser introvertidos. Además, la asociación entre unos hábitos sedentarios, la inactividad intelectual, y el sobrepeso que se observa en los niños varones tiene grandes posibilidades de extenderse hasta la edad adulta.
Ellos prefieren los juegos que incluyan competición y sean excitantes, además de para jugar con los amigos; mientras que ellas optan más por la diversión y los juegos no competitivos y no buscan relacionarse con otras personas a través del videojuego.
Los participantes del estudio aficionados a jugar fueron preguntados por aquello que sacrificarían para pasar más tiempo con la videoconsola. Un 25% respondió que tiempo libre u otro hobby; un 20% vida social con amigos o familia, u horas de sueño; menos de un 10% afirmaron que dejarían de lado el trabajo o su educación por estar más horas frente a la consola.
En un artículo que acompaña al estudio, publicados ambos en 'American Journal of Preventive Medicine', el doctor Brian A. Primack, de la Universidad de Pittsburgh (Pensilvania, EEUU), afirma que si los juegos que se realizaban en la antigüedad (los de toda la vida, podríamos decir) fomentaban la socialización y estimulaban el cerebro ayudando a la coordinación visual, la aparición de los videojuegos ha potenciado la introversión y el aislamiento, además de una vida más sedentaria que acaba desembocando en problemas de sobrepeso.
Y son las personas en la franja de edad adulta las más perjudicadas al realizar este tipo de actividades. Eso es lo que afirman un grupo de investigadores de las universidades de Emory y Michigan (EEUU), que han descubierto conexiones entre jugar con videojuegos y algunos riesgos para la salud. Se analizó a 562 personas de entre 19 y 90 años, de las que un 45% dijeron jugar habitualmente (la mayoría hombres). Se les facilitó un cuestionario a todos ellos, en el que contestaron a todo tipo de preguntas sobre su estado de salud y ánimo, y sobre sus hábitos cotidianos.
Una de las principales conclusiones que extrajeron los especialistas es que los videojuegos afectan de diferente manera a hombres y mujeres. Así, las usuarias de estos juegos tienen más riesgo de sufrir depresión y de tener un peor estado de salud. Una de las intepretaciones que ofrecen los autores, liderados por James B. Weaver, es que ellas utilizan los videojuegos como "una automedicación digital", es decir, para evadirse de sus preocupaciones y cambiar su estado de ánimo. Además, pueden experimentar reacciones obsesivo-compulsivas, incluso adicción a la videoconsola.
Los hombres, en cambio, suelen sufrir sobrepeso u obesidad en mayor medida que los no jugadores. También pasan mayor tiempo navegando por Internet y tienden a ser introvertidos. Además, la asociación entre unos hábitos sedentarios, la inactividad intelectual, y el sobrepeso que se observa en los niños varones tiene grandes posibilidades de extenderse hasta la edad adulta.
Ellos prefieren los juegos que incluyan competición y sean excitantes, además de para jugar con los amigos; mientras que ellas optan más por la diversión y los juegos no competitivos y no buscan relacionarse con otras personas a través del videojuego.
Los participantes del estudio aficionados a jugar fueron preguntados por aquello que sacrificarían para pasar más tiempo con la videoconsola. Un 25% respondió que tiempo libre u otro hobby; un 20% vida social con amigos o familia, u horas de sueño; menos de un 10% afirmaron que dejarían de lado el trabajo o su educación por estar más horas frente a la consola.
En un artículo que acompaña al estudio, publicados ambos en 'American Journal of Preventive Medicine', el doctor Brian A. Primack, de la Universidad de Pittsburgh (Pensilvania, EEUU), afirma que si los juegos que se realizaban en la antigüedad (los de toda la vida, podríamos decir) fomentaban la socialización y estimulaban el cerebro ayudando a la coordinación visual, la aparición de los videojuegos ha potenciado la introversión y el aislamiento, además de una vida más sedentaria que acaba desembocando en problemas de sobrepeso.
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