Pilar Jurado (Madrid, 1968) tiene un voz dulce, melodiosa, que no aparenta ser la que luego se convierte en torrente cuando interpreta a Mozart o a Rossini. Ya en 2007, la soprano madrileña actuó en Al Kalat junto a The Soloist of London. Estaba previsto que el concierto fuese en el patio del Colegio de las Escuelas Profesionales Sagrada Familia pero tuvieron que trasladarse a la parroquia de San Jorge por las fuertes corrientes de aire. Por lo especial que resultó el concierto, la propia intérprete ha pedido volver a actuar en la parroquia, para cerrar la edición de 2009 del festival de Alcalá de los Gazules.
-Ya conoce el escenario del festival. ¿Cómo fue su paso por Alcalá?
-En 2007 fue una experiencia preciosa. La gente entregada y nosotros también. Fue tan especial... Algo entrañable y maravilloso. Es mágico cuando la gente se entrega de esa manera. Difruto muchísimo, porque no estoy acostumbrada a espacios pequeños, siempre he actuado en auditorios, y esa cercanía con el público es muy especial.
-Esta noche será la encargada de clausurar esta quinta edición.
-Sí, espero que sea un concierto muy especial en el que disfrutemos todos, tanto los que actuamos como los que escuchan. Será un recital inolvidable para todos, pero especialmente para mí porque voy a interpretar parte de las series que grabé para mi disco L'Arte della Coloratura, con piezas de máximo virtuosismo, comenzando con Haendel. Además, es un honor actuar con The Soloist of London, porque son calidad y trabajar con ellos es ya una garantía.
-¿Encuentra afición por la música clásica en Cádiz?
-Creo que la gente se sorprende. Parece que en este país no hay tanta afición como en Alemania, por ejemplo. Pero sí que es verdad que cuando la gente se acerca, se interesa. La música clásica es muy directa: el que está escuchando es consciente de su espectacularidad. No existe trampa ni cartón, es lo que hay. Cuando se está trabajando con el alma, el público lo nota y yo creo que eso es lo que engancha.
-¿Cómo resulta la mezcla entre jóvenes promesas como la Joven Orquesta de Cádiz y músicos consagrados como Estellés y usted misma?
-Eso es lo importante, porque las nuevas generaciones tienen que tener un espejo donde mirarse. Yo recuerdo cuando comenzaba mi carrera e iba a un festival y podía tener cerca a los que entonces para mí eran los grandes, con una carrera profesional hecha... De repente es una sensación de que todo es real. Me emociona mucho cuando viene la gente joven, me conoce, saben lo que hago y me preguntan... Me parece precioso porque yo lo he hecho también cuando era joven y guardo gratos recuerdos de gente maravillosa como Montserrat Caballé o Ileana Cotrubas, que para mí eran un espejo en el que te miras y, de repente, te reconoces. Para mí es un orgullo.
-También flamenco...
-Sí, es parte de nuestra esencia cultural y, por supuesto, gran parte del legado artístico de Andalucía. Es una manera de atraer a públicos distintos a eventos distintos, es decir, que a veces el que normalmente iría a ver un concierto de El Junco en cualquier otro teatro y nunca un concierto de música clásica, de repente, al tenerlo junto, tiene curiosidad y también la oportunidad de disfrutar de las dos cosas. Yo creo que la fusión es parte de la sociedad contemporánea y eso es positivo siempre y cuando se haga con calidad.
-¿Es necesario tener cierta educación musical para apreciar la música clásica?
-Hace falta educación, a secas, para poder disfrutar de la cultura. A veces nos quedamos en el hoy y el ahora. Hace falta respeto y educación para saber apreciar la música clásica. Cada vez se estudia menos Humanidades y se hace menos hincapié en lo que enriquece al ser humano. Las instituciones deberían invertir más en este tipo de eventos. Hoy se enseña que todo vale y en la música clásica, no todo vale: hace falta disciplina, respeto por lo que uno hace...son cosas que te condicionan como persona. En un concierto de ópera, la voz es dueña del espacio, y eso es mágico. Los que están allí tienen que estar en silencio, para saber apreciarlo.
-Por tanto, ¿Se agradece más un aplauso o el silencio del público?
-Se agradece más el silencio de cuando te están escuchando. Ese silencio extremo en el que todo el mundo respira conmigo. Eso es único.
-Soprano, directora de orquesta, compositora y musicóloga...¿Cómo lo hace?
-Ríe.- Y muchas más cosas... Bueno a mi me gusta la música y creo que son distintas maneras de desarrollarla. Nunca me planteo cómo lo hago, solamente lo hago o intento hacerlo. Es un reflejo de mi amor por la música, me dedico a ella en cuerpo y alma.
-¿En qué consistió PJ Project?
-Fue un proyecto que me propusieron desde la Fundación de Autor, para que, partiendo del mundo clásico, se hiciera algo más cercano al momento actual y al público de hoy. Fue una experiencia muy curiosa que desembocó en el espectáculo TransÓpera, muy sorprendente. El público me veía como una especie de Madonna del mundo clásico, una imagen que a mi me divirtió muchísimo. Quizá estamos un poco encorsetados a lo que es el propio evento clásico y yo me considero muy transgresora, me gusta innovar, ir más allá de la ópera en este caso. Había música brasileña y sonidos electrónicos que hasta me permitían bailar en el escenario, eran cosas a las que la gente no está acostumbrada, se quedaban absolutamente alucinados.
-Haciendo balance de su carrera artística, ¿Qué le queda por hacer?
-Bueno, si hay algo que me caracteriza es que después de cada proyecto siempre tengo preparado otro. Es mucho trabajo, mucha dedicación pero siento que cada paso no ha sido en balde, que ha merecido la pena. Este mundo es muy duro, requiere mucha dedicación, momentos de soledad... Y a mí me cuesta, porque soy una persona muy comunicativa. La contrapartida es el esfuerzo y la gente sólo ve lo glamuroso del escenario. Pero siempre he intentando luchar por mis sueños, cada día. De momento, estoy componiendo mi ópera en el Teatro Real, trabajando con mucha gente y también estoy preparando el próximo disco. Siempre tengo cosas que hacer. Esto es como Siddhartha: Estás en el camino hacia la felicidad, pero al final la felicidad es el camino.
-Ya conoce el escenario del festival. ¿Cómo fue su paso por Alcalá?
-En 2007 fue una experiencia preciosa. La gente entregada y nosotros también. Fue tan especial... Algo entrañable y maravilloso. Es mágico cuando la gente se entrega de esa manera. Difruto muchísimo, porque no estoy acostumbrada a espacios pequeños, siempre he actuado en auditorios, y esa cercanía con el público es muy especial.
-Esta noche será la encargada de clausurar esta quinta edición.
-Sí, espero que sea un concierto muy especial en el que disfrutemos todos, tanto los que actuamos como los que escuchan. Será un recital inolvidable para todos, pero especialmente para mí porque voy a interpretar parte de las series que grabé para mi disco L'Arte della Coloratura, con piezas de máximo virtuosismo, comenzando con Haendel. Además, es un honor actuar con The Soloist of London, porque son calidad y trabajar con ellos es ya una garantía.
-¿Encuentra afición por la música clásica en Cádiz?
-Creo que la gente se sorprende. Parece que en este país no hay tanta afición como en Alemania, por ejemplo. Pero sí que es verdad que cuando la gente se acerca, se interesa. La música clásica es muy directa: el que está escuchando es consciente de su espectacularidad. No existe trampa ni cartón, es lo que hay. Cuando se está trabajando con el alma, el público lo nota y yo creo que eso es lo que engancha.
-¿Cómo resulta la mezcla entre jóvenes promesas como la Joven Orquesta de Cádiz y músicos consagrados como Estellés y usted misma?
-Eso es lo importante, porque las nuevas generaciones tienen que tener un espejo donde mirarse. Yo recuerdo cuando comenzaba mi carrera e iba a un festival y podía tener cerca a los que entonces para mí eran los grandes, con una carrera profesional hecha... De repente es una sensación de que todo es real. Me emociona mucho cuando viene la gente joven, me conoce, saben lo que hago y me preguntan... Me parece precioso porque yo lo he hecho también cuando era joven y guardo gratos recuerdos de gente maravillosa como Montserrat Caballé o Ileana Cotrubas, que para mí eran un espejo en el que te miras y, de repente, te reconoces. Para mí es un orgullo.
-También flamenco...
-Sí, es parte de nuestra esencia cultural y, por supuesto, gran parte del legado artístico de Andalucía. Es una manera de atraer a públicos distintos a eventos distintos, es decir, que a veces el que normalmente iría a ver un concierto de El Junco en cualquier otro teatro y nunca un concierto de música clásica, de repente, al tenerlo junto, tiene curiosidad y también la oportunidad de disfrutar de las dos cosas. Yo creo que la fusión es parte de la sociedad contemporánea y eso es positivo siempre y cuando se haga con calidad.
-¿Es necesario tener cierta educación musical para apreciar la música clásica?
-Hace falta educación, a secas, para poder disfrutar de la cultura. A veces nos quedamos en el hoy y el ahora. Hace falta respeto y educación para saber apreciar la música clásica. Cada vez se estudia menos Humanidades y se hace menos hincapié en lo que enriquece al ser humano. Las instituciones deberían invertir más en este tipo de eventos. Hoy se enseña que todo vale y en la música clásica, no todo vale: hace falta disciplina, respeto por lo que uno hace...son cosas que te condicionan como persona. En un concierto de ópera, la voz es dueña del espacio, y eso es mágico. Los que están allí tienen que estar en silencio, para saber apreciarlo.
-Por tanto, ¿Se agradece más un aplauso o el silencio del público?
-Se agradece más el silencio de cuando te están escuchando. Ese silencio extremo en el que todo el mundo respira conmigo. Eso es único.
-Soprano, directora de orquesta, compositora y musicóloga...¿Cómo lo hace?
-Ríe.- Y muchas más cosas... Bueno a mi me gusta la música y creo que son distintas maneras de desarrollarla. Nunca me planteo cómo lo hago, solamente lo hago o intento hacerlo. Es un reflejo de mi amor por la música, me dedico a ella en cuerpo y alma.
-¿En qué consistió PJ Project?
-Fue un proyecto que me propusieron desde la Fundación de Autor, para que, partiendo del mundo clásico, se hiciera algo más cercano al momento actual y al público de hoy. Fue una experiencia muy curiosa que desembocó en el espectáculo TransÓpera, muy sorprendente. El público me veía como una especie de Madonna del mundo clásico, una imagen que a mi me divirtió muchísimo. Quizá estamos un poco encorsetados a lo que es el propio evento clásico y yo me considero muy transgresora, me gusta innovar, ir más allá de la ópera en este caso. Había música brasileña y sonidos electrónicos que hasta me permitían bailar en el escenario, eran cosas a las que la gente no está acostumbrada, se quedaban absolutamente alucinados.
-Haciendo balance de su carrera artística, ¿Qué le queda por hacer?
-Bueno, si hay algo que me caracteriza es que después de cada proyecto siempre tengo preparado otro. Es mucho trabajo, mucha dedicación pero siento que cada paso no ha sido en balde, que ha merecido la pena. Este mundo es muy duro, requiere mucha dedicación, momentos de soledad... Y a mí me cuesta, porque soy una persona muy comunicativa. La contrapartida es el esfuerzo y la gente sólo ve lo glamuroso del escenario. Pero siempre he intentando luchar por mis sueños, cada día. De momento, estoy componiendo mi ópera en el Teatro Real, trabajando con mucha gente y también estoy preparando el próximo disco. Siempre tengo cosas que hacer. Esto es como Siddhartha: Estás en el camino hacia la felicidad, pero al final la felicidad es el camino.
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