La parada cardíaca es el cese de la actividad mecánica del corazón, que se manifiesta por la ausencia de pulso detectable. El corazón, tras aparecer la parada cardíaca, no es capaz de bombear la sangre a los tejidos periféricos; con lo que a partir de ese momento comienzan a sufrir las consecuencias de la ausencia de oxígeno, concepto que se denomina anoxia, imprescindible para el metabolismo de cualquier célula de nuestro organismo, siendo el órgano más sensible a la anoxia el cerebro.
Con frecuencia la parada cardíaca ocurre en personas que son susceptibles de recuperación mediante una serie de actuaciones, si se realizan de forma adecuada y en un plazo de tiempo muy breve, que luego se comentará. De esta forma se puede conseguir restaurar una actividad cardíaca espontánea antes de que la falta de oxígeno a nivel del cerebro haya provocado lesiones neurológicas permanentes.
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