Los padres cada vez están aprendiendo más a observar el comportamiento sexual de sus hijos
y a descubrir que la sexualidad se educa como cualquier otra conducta
La noticia que saltó en Suiza sobre la futura venta de condones más pequeños y adaptables para chicos de entre 12 y 14 años, ha levantado una controversia sobre la sexualidad de los menores. Porque los niños también gozan de su propia sexualidad, puesto que son capaces de sentir desde el momento de su nacimiento, aunque no siempre sea equivalente a los adultos.
Pronto comienzan a sentir curiosidad por lo genital. Según el pediatra y psiquiatra infantil, José Luis Pedreira, presidente de la sección de psiquiatría de la Asociación Española de Pediatría (AEP), «no hay edad exacta, si no que es una etapa evolutiva». Según indica el experto, «incluso a partir de los ocho meses no es extraño que los niños busquen sus genitales. Se dan cuenta de que al manipular y jugar con sus órganos sexuales externos tienen sensaciones agradables, porque muchos de ellos las repiten».
La sexualidad infantil se trata de una etapa de descubrimiento y exploración de la forma natural e inocente. Sobre ello habla Isabel Añó, psicóloga y sexóloga del instituto de psicología, sexología y medicina sexual Espill, «en cada periodo evolutivo predominan unas vivencias de la sexualidad, y en la primera infancia hay un periodo más explorativo», a lo que añade que «se tiene constancia de respuestas orgásmicas en niños muy pequeños». El problema del periodo de iniciación es la tendencia a perversionar las actitudes infantiles. Añó opina que «en los primeros años los niños son espontáneos y manifiestan su sexualidad sin darse cuenta, pudiendo estar en contradicción con las normas sociales». Las conductas autoeróticas son los primeros comportamientos visibles sobre el descubrimiento de su sexualidad y son positivas en su crecimiento, «muchos niños después de haber jugado con sus genitales y haberse estimulado se quedan plácidos y tranquilos, a veces hasta dormidos», añade el presidente de la sección psiquiátrica de la AEP.
Masturbación
Pero hay que tener cuidado para que no se hagan daño y no condenar la masturbación, sino educar en la necesidad de vivir esta experiencia en un entorno privado. Isabel Añó dice que «la conducta autoerótica se va regulando y el menor tiene que aprender a practicarla en la intimidad». Otro problema es la exploración de las diferencias entre sexos mediante juegos con otros niños de su entorno. «Los juegos sexuales entre niños de similar edad no tienen que suponer un problema si se realizan voluntariamente, –explica Añó– de hecho, favorecen su desarrollo psicosexual y suponen un buen pronóstico para su vida sexual futura».
Ante estas situaciones es clave la buena reacción y la información que proporcionan los adultos. «Los padres deben entender que su hijo es un ser sexuado desde su nacimiento y ofrecerle un marco de respeto hacia su sexualidad, hay que informarle y responderle siempre. La sexualidad se educa como cualquier otra conducta». Pese a ello, los padres tienden a vivir con preocupación esta parte de la vida de sus hijos. Según José Luis Pedreira, la preocupación es mayor con las niñas, «nos consultan más por niñas que se hiperestimulan, cuando en realidad probablemente sean más los niños quienes lo hacen, y esto tiene que ver con el valor de la sexualidad en ambos géneros desde la infancia». Sobre el comportamiento de los padres,
Pedreira explica que la clave es «la observación, los padres cada vez están aprendiendo más a observar a sus hijos». El psiquiatra de la AEP también manifiesta su opinión respecto al ideal de evaluación médica en este aspecto, «no creo que en el programa del niño sano se pregunte por la sexualidad, pero yo creo que debería hacerse, preguntar por la maduración y por la respuesta sexual humana es tan normal como preguntar cuánto ha crecido, porque también es un grado de relación con los otros».
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