Kitano, el japonés que reina en París

En el número 261 del Boulevard aRaspail, arrondissement XIV, se encuentra la Fondation Cartier pour l´Art Contemporain. Nunca hubo en tal lugar, por muy atrevidas que hayan sido siempre sus propuestas, tal acumulación de objetos fantásticos, criaturas asombrosamente descaradas y máquinas sorprendentemente inútiles. Nunca tanto color chillón.

Nunca cuadros tan rematadamente naif y tan hermosamente feos. Nunca trazos más fabulosamente torpes. Y tampoco un público más gamberramente entregado. Comisarios de otras exposiciones, galeristas, cinéfilos, 'otakus', fanáticos de los comics manga y del cine anime, escolares, familias enteras, los chavales de los institutos cercanos... Tan felices entre aparatejos que deberían bordar pero son incapaces de hilvanar. Tan protestones frente a un dinosaurio o un loco cacharro sin piloto chiflado pero con pies gigantes en vez de llantas...


La exposición, ampliada hasta septiembre porque la sala está ininterrumpidamente llena, se titula Gosse de peintre, es decir, 'El chaval del pintor'. Porque Takeshi Kitano, el showman multidisciplinar capaz de llevar su obra cinematográfica a todos los festivales del mundo (y ganar el Leon de Oro y el de Plata en Venecia más el Premio del Público en Toronto) sin dejar de ser reconocido como uno de los inventores de los programas de Humor Amarillo que conmocionaron a la televisión global a finales del siglo XX, es ante todo y primero, el hijo de un desgraciado pintor de brocha gorda que vivió malamente en un barrio pobre del nordeste de Tokio. Hijo de ese pintor que regresó derrotado de la II Guerra Mundial (nadie olvida que muchos nos encontramos con Kitano actor en la película 'Feliz Navidad, Mr Lawrence' de Oshima, con música de Sakamoto y la presencia de David Bowie). De un pintor de brocha gorda que antes de alcoholizarse amó la pintura y de una mujer que, aún maltratada por su esposo, crió a sus hijos con firmeza, evitando, cuenta el director de 'Sonatine', 'Violent Cop' 'Hana-Bi' o 'Dolls', que acabaran cayendo bajo la cruel protección de los yakuzas.
'Gosse de peintre', 'Hijo de pintor' se titula esa exposición que, trepidante, iconoclasta, furibunda, desmitificadora y juguetona es sólo una simple muestra de la rendición absoluta de París y de Francia entera ante el hombre que ha socavado las seguridades de cien festivales (triunfó el siglo pasado en la Quincena de Realizadores de Cannes y en la Semana de Terror se le recuerda como el instructor que manda a un puñado de púberes concursantes a la muerte en 'Battle Royale') y porta en su rostro las cicatrices de un accidente de moto que le dejó durante mucho tiempo entre dos dimensiones. El Centro Pompidou (metro Rambuteau) mezcla en sus salas la obra de Lucien Freud con una magna retrospectiva audiovisual del autor de 'Zatochi', la increíble historia del samurai ciego. Cuarenta piezas forman el homenaje. Mientras, recibe los entorchados de Comendador en el palacio del Elíseo y su última película se estrena en toda Francia.Bayona incluida.