Piratas del siglo XXI: con la misma esencia

La Habana, (PL) Casi tan antigua como la navegación, la piratería ha llegado hasta nuestros días con la misma esencia de antaño, oliendo a salitre, pólvora y sangre y dejando a su paso una estela de terror.

Desde sus lanchas rápidas y auxiliados en modernos GPS (Sistema de Posesionamiento Global), los Barbanegra y Francis Drake del siglo XXI organizan ataques teniendo ahora como escenario favorito las aguas del Sudeste Asiático y el Cuerno de África.

Aunque en menor medida, también se reportan agresiones e incluso abordajes directos en las costas de América del Sur y en algunos puntos de los océanos Atlántico y Pacífico.

El botín, además de las consabidas joyas, cámaras digitales, teléfonos móviles, dinero y cuanto objeto de valor encuentren a su paso los piratas, incluye también secuestros para luego exigir millonarios rescates.

Más allá del romanticismo exacerbado por la literatura o la filmografía, la piratería constituye hoy una preocupación a nivel internacional allí donde los estados no tienen verdadera jurisdicción.

Somalia, en África, y el estrecho indonesio de Malaca, en Asia, son considerados los sitios con mayor índice de ataques piratas en todo el mundo.

Los bandidos del mar han asaltado allí desde veleros y yates con pasajeros hasta embarcaciones de transporte.

En no pocas ocasiones sus acciones culminaron con el asesinato de toda la tripulación y el hundimiento o desaparición del buque.

El Océano Índico es preferido por los filibusteros que en el colmo de la osadía secuestraron en 2008 al buque petrolero Sirius Star (con bandera de Liberia) que transportaba dos millones de barriles de petróleo hacia Estados Unidos.

Tras más de un centenar de ataques, el gobierno de Washington anunció la creación de una fuerza marítima multinacional denominada CTF-151 para patrullar el Golfo de Adén, el Mar Rojo, el Océano Índico y el mar Arábigo.

Europa no se ha quedado atrás en el enfrentamiento a la piratería y en 2008 los ministros de Defensa del bloque aprobaron la misión militar Atalanta, destinada a la vigilancia y prevención en las costas de Somalia.

Atalanta ha recibido un fuerte rechazo por parte de varias naciones africanas que la señalan como un peligro para la seguridad regional por cuanto da luz verde al despliegue de tropas en la zona.

Los contrabandistas somalíes, la mayoría pescadores que integraron en principio la autodenominada Guardia Costera Voluntaria de Somalia, consideran que los verdaderos bandidos son los pesqueros internacionales.

Sostienen que las embarcaciones provenientes de países desarrollados saquean sus mares y contribuyen a elevar los niveles de contaminación del litoral debido al vertimiento de sustancias tóxicas.

Alakrana

El secuestro del atunero español Alakrana por piratas somalíes a inicios de octubre de 2009 desató reacciones en Europa, que siguió atenta a los más mínimos pormenores relacionados con el suceso.

La evolución del plagio del pesquero vasco, en plena campaña del atún, fue monitoreada por barcos y aviones en lo que constituyó una aparatosa operación al estilo de un filme de Hollywood.

El secuestro removió la polémica sobre la necesidad de insertar militares en los buques pesqueros españoles como ocurre con embarcaciones de otros países que llevan a bordo soldados con armamento de largo alcance.

Sin embargo, la ministra española de Defensa, Carmen Chacón, salió al paso a la controversia y descartó esa posibilidad al esgrimir razones legales y operativas.

El pesquero Alakrana fue liberado el 17 de noviembre tras 47 días de secuestro a cambio de un rescate de alrededor de cuatro millones de dólares.

De récords y otros apuntes

Según expertos, 2009 fue un año récord para la piratería marítima ya que el número de actos llegó a su máximo nivel con ataques más violentos que acontecieron fundamentalmente frente a las costas de Somalia.

El Buró Marítimo Internacional (BMI) basado en Kuala Lumpur precisó que se produjeron en total 406 actos de piratería y robos a mano armada en el mar, un 39 por ciento más con respecto a los 293 del año precedente.

Se registraron 84 intentos de ataques, 49 barcos abordados y 120 navíos fueron alcanzados por disparos, mil 52 tripulantes fueron secuestrados, de ellos 68 resultaron heridos y ocho murieron.

Más de la mitad de los asaltos -217- son atribuidos a filibusteros somalíes, mientras 28 fueron registrados en las costas de Nigeria, 37 en el litoral de América Latina y el resto en otras zonas del sudeste asiático.

De acuerdo con el informe del BMI, el valor de los rescates pagados el año pasado sólo a los grupos que operan en aguas somalíes osciló entre 60 y 80 millones de dólares.

La organización no gubernamental Ecoterra reveló que en el primer trimestre de 2010 los asaltantes somalíes habían capturado 10 barcos en 30 intentos de abordaje y mantenían retenidos a 136 tripulantes.

El jefe de la misión europea Atalanta, el contralmirante Peter Hudson, consideró insuficiente el enfrentamiento a la piratería y advirtió que "no hay sólo una solución que pueda ser puramente de tipo militar".

Según Hudson, si bien la misión de patrullaje naval contribuye a minimizar el riesgo de ataques, de ninguna manera debe ser vista como la solución al flagelo que amenaza el transporte marítimo internacional en la zona.

Anunció que a partir de marzo, coincidiendo con el fin del monzón de invierno, Atalanta intensificará la vigilancia y el control sobre los puertos y las bases piratas en las costas de Somalia.

La misión, que tiene acuerdos con Kenia y Seychelles para procesar a los bandidos capturados, prevé iniciar en mayo el adiestramiento de las fuerzas de seguridad somalí para combatir ese delito marítimo desde tierra.

Pese a la vigilancia de más de 30 barcos y aviones de 17 nacionalidades que patrullan las costas de Somalia, éstas no alcanzan a cubrir la zona de operación pirata, estimada en 2,5 millones de kilómetros cuadrados.

Cada vez gana más adeptos la posibilidad de crear un tribunal especializado que bajo el auspicio de Naciones Unidas adopte una jurisdicción apoyada en una organización regional para juzgar a los detenidos por piratería.

(*) La autora es periodista de la Redacción Europa de Prensa Latina.