La intimidad de papel de Chillida, el escultor del hierro

Domesticar su mano izquierda. Evitar la destreza de la diestra. Eso fue lo que se propuso, a la hora de dibujar, el gran escultor vasco Eduardo Chillida. "Lo hice por amor a la dificultad. Hasta entonces mi mano iba delante de la cabeza y de la sensibilidad", confesó el artista.


Desde el viernes, en el Museo de Arte de Tigre, "Chillida en Tigre. Su obra gráfica" reúne dibujos, gravitaciones y grabados de la colección del museo Chillida Leku, en el País Vasco. Es su producción más íntima y desconocida: trabajos en blanco y negro; la mayoría no figurativos. La muestra, que este año pasó por el C. C. de España en Bs. As., esta vez incluirá un video y una serie de fotografías del artista y sus obras.

Chillida (San Sebastián, 1924-2002) es uno de los grandes escultores del siglo XX. Recibió el premio Príncipe de Asturias y el Premio de Escultura en la Bienal de Venecia. Sus monumentales trabajos en hierro se integran en los espacios públicos dialogando con el paisaje. "El peine del viento" (tres deslumbrantes esculturas de hierro que se encuentran frente al mar, en San Sebastián) o "Berlín" (una pieza de 6 metros de altura y 90 toneladas, que simboliza la reunificación alemana) son algunas de sus obras más impactantes.

Las sutiles gravitaciones son composiciones con distintos planos de papeles artesanales unidos con cuerdas. Para Chillida, una nueva forma de expresarse. "Sólo lo hizo él. Son verdaderas esculturas sobre papel que conjugan su interés por la luz y su rebeldía contra la gravedad", dice a Clarín el español Julio Niebla, curador de la muestra.

Un plato fuerte son los dibujos que el artista hizo de sus propias manos: trabajos de síntesis extrema donde crea la ilusión de volumen con apenas unas líneas. Le fascinaban las manos y su movimiento en el espacio. Y las hizo toda su vida.

El escultor de creaciones colosales, conocido como el "poeta del hierro", desató también una singular poética del papel. "El público argentino - señala Niebla- podrá descubrir cómo Chillida dota a sus composiciones de verdadera tridimensionalidad, convirtiéndolas en esculturas".