Soy feliz cuando leo por Itziar elizondo

soy feliz cuando leo. Soy feliz cuando leo a Kirmen Uribe: durante las horas de un trayecto aéreo entre Bilbao y Nueva York te transporta en euskera a paisajes temporales y territoriales aparentemente distantes entre sí. A la manera de un cuaderno de bitácora, el mundo de Uribe se comporta como un rizoma que crece en el tiempo y en el espacio donde los hechos, las personas, las pequeñas anécdotas y la Historia en mayúsculas están entrelazados por una búsqueda de sentido. Una escritura que consigue hacerte creer que en el caos también hay un orden, que en el lienzo de la vida lo emocionante es ir descubriendo las conexiones de significado escondidas.
Soy feliz cuando leo. Soy feliz cuando leo a Andres Neuman: durante un viaje al siglo XIX te transporta en castellano a una ciudad alemana posnapoleónica inventada, a través de la cual podemos leer el presente que nos circunda. Un hombre y una mujer que aspiran a saber traducirse en la emoción de (re)conocerse; personajes que se mueven para aprehender el mundo desde la sabiduría del movimiento; personajes que se quedan en un único lugar para aprehenderlo desde la sabiduría que proporcionan los detalles de lo conocido. La lucha de salón entre las personas que quieren cambiar el orden de las cosas y quienes quieren preservarlo; de quienes aspiran a una geografía vital sin fronteras frente a quienes se empecinan en parcelar la realidad por desprecio a lo desconocido.

Soy feliz cuando leo. Soy feliz cuando leo a Christopher Isherwood, al que he llegado a través de la película de Tom Ford, A Single Man, basada en su novela del mismo nombre. Retrata el último día de la vida de un profesor homosexual que ha perdido recientemente a su compañero en un accidente de coche. Te transporta en inglés con aparente ligereza a la vivencia de las cosas más sencillas desde la condición de la pérdida, adquiriendo lo cotidiano el clamor de lo trascendente. Como cuando eres feliz cuando lees que eres feliz, en todas las lenguas que puedas.