Bob Wilson: "El teatro es un comportamiento animal"

Bogotá, 21 mar (EFE).- El teatro es un comportamiento animal donde la luz es un actor más y el artista ha de preguntarse a sí mismo sobre los significados de lo que hace y sentir la experiencia, es una extensión del pensamiento, dijo hoy en entrevista con Efe el director teatral estadounidense Bob Wilson.

Wilson materializa ahora ese concepto de las artes escénicas a través del texto "La última cinta de Krapp", de Samuel Beckett (1906-1989), que presenta estos días en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.

"La experiencia es más importante que el pensamiento, experimentar algo es un modo de pensar. Estoy interesado en una experiencia visceral del cuerpo, la mente es un músculo, si levanto mi brazo es algo que estoy sintiendo, y eso es un pensamiento real. El teatro es un comportamiento animal", explicó.

Wilson, que además de director es arquitecto, diseñador, dramaturgo y, en esta obra, también actor, desde sus comienzos se acercó mucho al estilo del escritor irlandés aún sin conocerlo.

"Cuando creé mi primera gran obra de teatro la pasamos en París, la representación constaba de siete horas en silencio y mucha gente me dijo que estaba muy influenciado por Beckett -dijo-. Sin embargo, yo no sabía nada de él", confesó.

Unos años después, Beckett resultó mostrarse interesado por conocer la obra de Wilson y acudió a ver el montaje de "Carta para la Reina Victoria" en París.

"Beckett fue al backstage y me dijo que le había encantado el texto, el uso de la palabra, la construcción, pero sobre todo los silencios. Y mucha gente ya me pedía que dirigiera algún texto de él (...), pero lo cierto es que siempre me sentí muy cercano a su trabajo", aseguró Wilson.

Tras haber adaptado ya "Días felices", Wilson se enfrenta ahora a "La última cinta de Krapp" en la que asegura que Beckett se presenta de una manera mucho más personal, autobiográfica.

El director estadounidense encarna al propio Krapp, un anciano que en su 70 cumpleaños decide escuchar unas cintas que había grabado en su juventud para salir de la crisis existencial en la que se haya sumido, para finalmente hacer una última grabación reflexionando sobre ésa persona que un día fue.

"Para mí la representación no es un ejercicio intelectual, la mayoría del teatro que he visto últimamente es un teatro muy intelectual en el que los actores están todo el rato pensando y pensando", confesó.

"La razón de mi trabajo es que el artista se haga preguntas, y no cuente lo que es, sino que se pregunte qué es esto", agregó.

La iluminación del montaje también es obra de Wilson, para quien la luz es un actor más.

"Siempre insisto en la luz porque si no hay luz no hay espacio. Tengo que comprender la luz para entender lo que estoy haciendo desde el principio -explicó-. La luz es el elemento que te ayuda a escuchar mejor y a ver mejor, para mí es el elemento más importante en el teatro".

Para el dramaturgo estadounidense ningún artista comprende todo lo que hace porque las expresiones artísticas están tan repletas de significados que es imposible entender todos ellos.

"Shakespeare no entendió completamente lo que escribió, (...) y yo cada noche cuando represento "La última cinta de Krapp" encuentro significados diferentes y distintas historias en lo que hago", afirmó Wilson.

Respecto a su eclecticismo como artista, el director explicó que simplemente se trata su manera de vivir.

"No me levanto por la mañana y pienso que tengo que crear, ni al llegar casa estoy pensando en que tengo que crear. Mi manera de vivir es vivir, vivir es una manera de pensar y mi manera de pensar es siendo artista", añadió.

Según Wilson, las experiencias de la vida se manifiestan de muchas maneras que se pueden llamar arte y el teatro, como tal, es una extensión del pensamiento.

Raquel Godos