De 'La Última Cena' de Leonardo Da Vinci se han dicho montones de tonterías, culminadas por el famoso libro de Dan Brown, y cada vez que aparece otra teoría esotérica más, apenas pasa de pseudonoticia más leída de diario digital.
Sin embargo, la última elucubración es obra de una investigadora del Archivo Vaticano, Sabrina Sforza Galitzia, y ha sido publicada en un libro de la editorial de la Santa Sede, con prólogo del cardenal bibliotecario, Raffaele Farina. Es decir, parece una cosa más seria. Y, además, llamativa, porque la Iglesia detestó el 'Código Da Vinci' y ahora saca el suyo. Pero ése es precisamente el problema, que también cuesta tomar en serio el nuevo, avanzado por 'La Repubblica'.
A la espera del libro, este nuevo 'Código da Vinci' con todas las bendiciones es una entretenida ensalada de astronomía, astrología, matemática, geometría y geografía de la que se debería sacar en claro, por ejemplo, que los pliegues del mantel del Cenáculo perfilan un mapamundi de Tolomeo, cada apóstol corresponde a un signo del zodiaco y los tres arcos de la sala que se hallan sobre el fresco son relojes que marcan una fecha. El de la izquierda, concretamente, indicaría que el fin del mundo será el 21 de marzo de 4006. No hagan planes para ese día.
Sforza Galitzia parte de un tapiz gemelo de 'La Última Cena' de los Museos Vaticanos que, según sostiene, Leonardo realizó siguiendo el mismo boceto que tomó como base para el fresco. Tras años de estudio del genio en la universidad de Los Ángeles, examinar documentos del Archivo Vaticano y escudriñar el tapiz con la ayuda del astrónomo de la Santa Sede, Juan Casanovas, la investigadora ha llegado a la conclusión de que la pintura oculta un mensaje cifrado sólo accesible para eruditos.
Desde luego, es peliagudo. Empieza por los pliegues del mantel de la cena, que no son equidistantes. Se supone que es raro porque si se dobla un mantel las marcas son regulares. En realidad, sería un indicio de que hay una lectura escondida y, si uno se pone, le sale una secuencia de 16 espacios, divididos verticalmente en tres partes, que corresponde a una proyección de un mapamundi de Tolomeo.
Otro diluvio universal
De forma paralela, cada sitio de la mesa corresponde a un trozo de cielo y las líneas de perspectiva de la sala serían horarias. Los doce apóstoles equivaldrían a los símbolos del zodiaco. Pedro sería sagitario; Judas, escorpión y Juan, libra. Y mejor no hablar del techo, pues compone una red de cuadraditos de seis por seis que representarían el Anticristo, además del cuadrado mágico del sol, según el Código Atlántico 362b.
De alguna manera, la autora llega a desvelar también que los tres arcos situados sobre el fresco en el refectorio milanés de Santa Maria delle Grazie representan ruedas de un reloj con calendario. Los tres marcan una hora y una fecha. El día sería el mismo para todos, el 21 de marzo, equinoccio de primavera. El arco de la derecha señalaría el 21 de marzo del año 33, teórico día de la última cena de Jesús con sus discípulos. El central es la misma fecha, pero de 1494, cuando Leonardo comenzó a pintar su obra. El de la izquierda tendría 4006, cuando, según la investigadora, comenzaría otro diluvio universal.
Sforza Galitzia aclara así que ese año no sería exactamente el fin del mundo, sino el inicio de una nueva era o la llegada de un nuevo Mesías. De hecho, vaticina que el magno chaparrón durará más de siete meses, pero escampará el 1 de noviembre.
ÍÑIGO DOMÍNGUEZ | ROMA.
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'La Última Cena', en el año 4006
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