Autor de más de cien libros, Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948) es uno de los escritores más leídos de España, además del único que ha logrado con su pseudónimo para la novela negra (Nicholas Wilcox) casi tantos lectores como con el suyo propio. Ganador del Premio Planeta por «En busca del unicornio», este licenciado en Filología Inglesa es uno de los grandes maestros de la novela histórica de nuestro país, aunque él sigue sin saber, al cabo del tiempo, si su verdadera vocación es la de lector, la de novelista o la de historiador.
-La cultura de los iberos en la que ha ambientado esta novela siempre ha parecido casi de «segunda división». ¿Ha tratado de subirla a «primera» con esta novela?
-Yo no diría que es de segunda división, aunque obviamente no se puede comparar con la cultura romana. Pero últimamente nos estamos llevando grandes sorpresas y la arqueología nos está revelando que los iberos no eran un pueblo bárbaro o de segunda división como creíamos, sino una cultura que fue muy importante dentro del contexto de las culturas mediterráneas.
-¿Qué queda en España de esa cultura?
-Nos quedan dos cosas muy importantes, referidas a nuestro carácter. Por una parte, el individualismo feroz del español, característica típicamente ibérica y, por otra, la polémica de campanario, esa enemistad que suele surgir entre dos comunidades, entre dos pueblos o entre dos cofradías. Esto, que es muy negativo, era típicamente ibérico.
-¿El localismo le parece uno de los grandes males actuales en España?
-Sí, en efecto, el localismo es uno de nuestros males que impide el progreso de los pueblos y cada vez está incidiendo más aquí. Pero los iberos ya se llevaban mal entre ellos y lamentablemente no hemos avanzado mucho en eso desde entonces.
-Tampoco hemos avanzado mucho en convivencia. En su novela, uno de los protagonistas le dice a otro que «la guerra es el comercio que nunca decae»...
-Por desgracia, así es. Yo creo que siempre hay una motivación económica en la guerra: un pueblo que quiere conquistar las tierras y los recursos de otro.
-O el alma...
-Sí, no sólo se conquista el territorio, sino también el alma, pero detrás de las guerras religiosas late un componente económico. Pero el dominio de las conciencias es desde luego el peor que hay.
-La «devotio» que obligaba en la cultura ibera a un guerrero a suicidarse si su jefe moría en el campo de batalla sí que se ha convertido en un anacronismo. Ahora más bien sería lo contrario...
-Desde luego, no creo que nadie ame tanto a su jefe ahora como para matarse si él muere, aunque para los guerreros iberos se trataba más que nada de una cuestión de honor.
-Estos suicidas de los que usted escribe, ¿tienen algo que ver con los kamikazes islámicos?
-Erróneamente alguien podría pensar que sí, pero ya le digo que se trataba de una cuestión de honor y que, además, no mataban a nadie que no fueran ellos mismos con ese acto, mientras que en el islam, como usted sabe, los suicidas se llevan por delante a un montón de gente inocente en la esperanza de que les van a esperar en el otro mundo sesenta y tantas doncellas vírgenes.
-¿Cree que algún día se acabarán las guerras o se acabarán antes las vírgenes?
-Me gustaría ser más optimista, pero en esto soy bastante pesimista viendo lo que veo a mi alrededor. Cuando acabó la I Guerra Mundial, todos decían que ésa guerra, la madre de todas las guerras, iba a ser la última, pero veinte años después los mismos que decían eso estaban enzarzados en otra guerra peor. así que yo me permito dudar de la cordura de la Humanidad para poner fin a esto. Respecto a las vírgenes debe ser algo bastante incómodo.
-En «Rey lobo» hay una lucha a muerte entre el protagonista, que es un guerrero bajito y no demasiado fuerte, y un gigantesco gladiador con músculos de hierro. ¿En la vida real la astucia siempre vence a los músculos, es decir, la maña vale más que la fuerza?
-Los músculos ayudan mucho pero la astucia, como nos enseñó Ulises, sirve más que el músculo. El protagonista de mi novela derrota a otro mucho más grande y fuerte que él en un combate a muerte porque sabe que no tiene que hacerse el héroe sino ganar como sea.
-¿Y en la vida, fuera de los combates a muerte, que es más importante en la vida ser listo o inteligente?
-Funciona mejor ser listo, en el sentido de esa inteligencia práctica amoral. Pero hay que procurar ser inteligente y no pisar a nadie, como hacen algunos listillos. No debemos pasarnos de listos.
La vejez
-«La vejez es una trampa que te ablanda la sesera y te hace perder el valor», dice uno de los protagonistas. ¿está de acuerdo?
-Efectivamente, uno va perdiendo entereza con el paso de los años y al final se va perdiendo todo. A veces la vejez nos sorprende de una manera indigna y eso es lamentable, pero la vida es así.
-En su novela, sin embargo, algunos se quejan de que los jóvenes desprecian los consejos de los ancianos, «cosa que no era así antes». Y estamos en el siglo V a.C. ...
-Esta es una queja que siempre hacemos los que tenemos una cierta edad, pero en realidad no es así, porque antes y antes y antes también eran así las cosas. Tú piensas que tú eras más respetuoso con tu padre que tu hijo lo es contigo, pero tu padre piensa que él lo era más con tu abuelo que tú lo fuiste con él.
-¿Por qué cree que en la cultura oriental se sigue teniendo en cuenta a los mayores y en muchos países occidentales no?
-Despreciar la experiencia es una gran lacra de nuesta cultura porque no se aprovecha el gran potencial de estas personas tienen. El sistema, cuando dejas de producir, está esperando que te mueras para que no estorbes.
-¿Y en la familia?
-Antes, en la familia tradicional los viejos se hacían cargo de los jóvenes y gracias a eso se les hacía una enseñanza muy sabia y una educación muy valiosa. Esto se está perdiendo.
-Usted ha sido profesor en un instituto. ¿Cómo ve la educación en España?
-Mal, por la falta de educación y por lo que acabamos de comentar. Ahora llegan a los institutos unos bestiajos y amontorados que arramblan con todo y esto es, en gran parte, porque en las familias no hay nadie que los eduque. Los padres creen que en la escuela educarán a sus hijos, pero esto no es así: allí los fomarán, pero hay que educarlos en casa.
La juventud
-¿Por qué cree que se glorifica la juventud e incluso se promueve que uno parezca joven, aunque ya no lo sea?
-Sí y me parece de un ridículo espantoso. Hay señores de 50 años que se tiñen el pelo o se visten como si fueran jovencitos, e incluso intentan ligar con una chica de 18. Me parece patético, pero es lo que se está fomentando.
-Uno de los personajes de su libro critica la pérdida de valores de la juventud y acusa a los jóvenes de «sólo buscar la ganancia y de perder el orgullo de cambiar las cosas y su ciudad». ¿Está pasando esto ahora?
-El alma humana siempre es la misma obviamente y yo creo que eso ya pasaba hace 25 siglos, pero ahora pasa incluso más.
-Pues la juventud es el futuro...
-Sí, pero me parece muy desesperanzador que una persona joven que lo que tiene que hacer es cambiar el mundo y conseguir situarse, en lugar de eso tenga ese desánimo o esa indolencia. Es muy triste que haya muchos jóvenes que estén de vuelta antes de haber ido. Yo sé que la vida y el mercado laboral están muy duros para los jóvenes,pero también es verdad que hay un cierto número de jóvenes que se han convertido en vagos por naturaleza. La sociedad les ha dado todo, y gratis, y sus padres, por desgracia, también. Y ellos se refugian en el hecho de que el trabajo está difícil para ni siquiera buscarlo. Hay sobreprotección de los padres y también vagancia por parte de los jóvenes.
POR JESÚS ÁLVAREZ. SEVILLA
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«Entre los jóvenes hay muchos vagos, porque se les ha dado todo gratis» Juan Eslava Galán
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