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Controlar la respiración y la mente permite evitar una crisis de ansiedad

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La crisis de ansiedad es la aparición temporal, más o menos repentina, ante alguna situación y en algunas ocasiones sin motivo aparente, de activación fisiológica y motora excesiva, acompañada de una activación cognitiva exagerada, pensamientos acelerados, que produce un miedo intenso a lo que se está sintiendo e incluso a morir. Ante una situación percibida como amenazante, peligrosa, inquietante o emocionalmente perturbadora el organismo responde con una respuesta de alarma que consiste en un aumento de la frecuencia cardiaca, mayor presión sanguínea, mayor frecuencia y amplitud respiratoria, elevación del tono muscular y mayor sudoración.

Esta respuesta no es normal cuando la persona la sufre ante una situación poco o nada amenazante o es absolutamente desproporcionada, lo que lleva a bloquear a la persona. Con la finalidad de ayudar al farmacéutico en su misión de asesorar y concienciar a los pacientes de la importancia de prevenir, identificar y controlar los ataques o crisis de ansiedad, la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (Sefac) ha lanzado recomendaciones a la población sobre este problema de salud que sufre al menos un 10% de la población alguna vez en su vida, y un 5% de modo reiterado con distintos grados de frecuencia e intensidad. Los farmacéuticos recomiendan conocer la sintomatología previa, reconocer que se está más nervioso de lo normal o que la respuesta a algo está siendo desproporcionada. Eliminar la angustia, prestar atención a los cambios favorables que se producen en la sintomatología y realizar ejercicios de respiración son otros de los consejos. Las recomendaciones aclaran también algunas de las preguntas más frecuentes en relación con los ataques de ansiedad, como su duración, que alcanza su máxima expresión a los 10 minutos y finaliza a los 20 ó 30 minutos por regla general. En el caso de que los episodios se padezcan habitualmente y sin motivo aparente es necesario consultar al médico. La Sefac explica que la sensación de estar asfixiándose es debida a una respiración más rápida y fuerte, lo que hace que se introduzca más aire y oxígeno en el cuerpo, y provoca muchas de estas sensaciones físicas. Según Sefac, en el caso de que los episodios se padezcan habitualmente y sin motivo aparente es necesario consultar al médico.

Hay formas de ansiedad que pueden traducirse en dolores en el pecho y pesadillas. Sería el caso del trastorno de pánico, el trastorno obsesivo-compulsivo, o el trastorno de estrés postraumático.

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