Hay un cuento que relata la historia de un hombre que busca afanosamente la verdad durante años. Y un día, en una cueva escondida, de una montaña perdida, en un remoto país la encuentra. Pero resulta ser una vieja, bruja y fea. El hombre le explica su angustia, porque todo el mundo quiere conocer cómo es la verdad, y la realidad es embarazosa.
Pero ella le ofrece la solución: “vuelve y di que soy joven y bonita”. Emociona la solemne declaración de Cospedal sobre la voluntad de su partido de que se sepa toda la verdad sobre el caso Gürtel. Pero lo que el PP quiere no es exactamente la verdad, sino salir lo más airoso posible del trance.
El levantamiento del secreto del sumario nos ha permitido saber que los investigadores del caso atribuyen a Luis Bárcenas, gerente y tesorero del PP durante 30 años, un enriquecimiento ilícito de 1,3 millones de euros, 225 millones de pesetas. Bárcenas, el hombre de los dineros del Partido Popular, suspendido provisionalmente en sus funciones de tesorero, conserva su escaño en el Senado, su despacho en la calle Génova y abogados pagados por su partido. Para saber toda la verdad sobre Gürtel debería ser el propio PP quien contara qué gestiones intentó Bárcenas entre la trama de los presuntos corruptos y responsables de su partido que adjudicaban contratos en las instituciones. Y qué éxito tuvo en esa labor.
Pero los partidos ponen el prestigio y buen nombre de la organización delante de cualquier otra consideración. Por eso su primera reacción siempre es defensiva. En el caso de Rajoy hay un pecado original como el de Zapatero con la crisis. El presidente del Gobierno sostuvo indignado que no venía una crisis y acusó al PP de antipatriota por decirlo. Tras ese empecinamiento inicial, ahora le cuesta la misma vida convencer al país de que llega la recuperación. A Rajoy le pasa lo mismo con Gürtel: primero dijo que esto era un complot del Estado, y adujo como prueba la torpe coincidencia del juez Garzón y el ministro Bermejo en una cacería en Jaén.
Pero no había un complot del Estado, sino una banda organizada, que hizo regalos a ocho consejeros de Camps, a sus padres y sus suegros. Y a la presidenta de las Cortes valencianas. Algunos presentes son de escaso valor, pero también hay relojes de 2.400 euros y maletas de más de mil. A quienes ahora reclaman la verdad hay que recordarles que primero dijeron que a Camps no le habían regalado los trajes, después argumentaron que todo el mundo recibe regalos: y como prueba de cargo ahí estaban las anchoas del presidente cántabro Revilla. Más tarde, Camps se sacó de la manga que había pagado los trajes sin factura y con dinero B de la caja de la farmacia de su mujer…
Y cuando el sumario nos desvela nuevos datos sobre la trama, llega Cospedal y nos dice que la verdad es joven y bonita. Conmovedor.
Ignacio Martínez
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Gürtel: la verdad es joven y bonita
Etiquetas: Politica, Tribunales | author: BuscadorPosts Relacionados:
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