El área la logopedia en los niños afectados por el síndrome de Williams varía en función del caso, según Elena Garayzábal, logopeda en la Asociación Síndrome de Williams de España, "las diferencias interindividuales son grandes por lo que no todos requieren el mismo tipo de atención ni estimulación.
Es importante una buena valoración de los déficits y destrezas de cada uno para ajustarse a sus necesidades", defiende. Las evaluaciones psicopedagógicas suelen mostrar que las áreas relacionadas con el lenguaje oral (fluidez, razonamiento, vocabulario) presentan un nivel actitudinal normal. La valoración psicopedagógica resalta los rasgos deficitarios: memoria, aspectos numéricos, organización perceptiva, desarrollo psicomotor y lectoescritura. En este sentido, la especificidad suele trabajarse en intervenciones individuales, y las características comunes a todos ellos en terapia grupal.
En el trabajo por grupo, la finalidad es la interacción adecuada del menor con el entorno. Las clases se crean por franjas de edad. "Con los pequeños (de dos a siete años) trabajamos la atención, el establecimiento de referentes y las habilidades comunicativas básicas ". El trabajo con música y objetos suelen vehicular el taller. Señalar los elementos y atribuirles nombre asegurándose la fijación de la mirada del niño, demandarles el señalamiento de objetos que el adulto nombra, cantar y recordar canciones, o contar cuentos son algunas de las actividades de los más pequeños.
En un segundo grupo formado por niños de siete a quince años se ejercita, sobre todo, "la lectoescritura, aspectos logopédicos concretos como las estructuras (en general los afectados tienen poco dominio en el uso de la gramática) y aspectos comunicativos y sociales", manifiesta Elena Garayzábal. En este último objetivo se trabaja aspectos relacionados con la toma de turnos, el respeto de pausas comunicativas, y el mantenimiento y cambio de tema.
Si bien el trabajo con la atención es clave en los dos grupos de menor edad, en el tercero, formado por niños de quince años en adelante, el eje vertebrador de la logopedia son las habilidades pragmáticas; "la comprensión y uso de lenguaje inferido como bromas, ironías, frases hechas, entre otros", detalla la especialista. Ello permite el desarrollo de los diferentes significados que las palabras pueden llegar a tener en función de los contextos lingüísticos y las situaciones. Además, "los adolescentes también ejercitan las estructuras sintácticas complejas y el razonamiento lógico", dice. La relevancia informativa y distinguir la idea central del relato permite extrapolar el aprendizaje y otorgar sentido situaciones reales de interacción sociocomunicativas.
Paola García , terapia
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El trabajo grupal en logopedia mejora las habilidades sociales del menor
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